Por la noche, vamos a la cabaña de Chun Hua. La hemos estado vigilando. No se la ha visto fuera. No ha salido de su cabaña en todo el día.
Varias de las chicas avanzan hacia ella. Yo me quedo detrás. Si hay algún problema, iré como si pasara casualmente. Las gemelas lo mismo del otro lado. Si hace falta, las traeré a todas de vuelta, aunque sea sospechoso.
Una señal de Shi me indica que está cerrado. Que les ha bloqueado el paso. La habían forzado a darles permiso para entrar. Pero parece que ha forzado el bloqueo. Para que no pueda pasar nadie, con permiso o sin. Aunque no ha revocado el permiso.
Las veo sacar un cristal de memoria. Proyectan el contenido. Para que se pueda ver desde dentro. Además de decir algo.
Son las imágenes de Chun Hua siendo violada. La están amenazando con venderlas. Con que todo el mundo las vea. O eso es lo que habían dicho que harían.
Vigilo que no se acerque nadie. Hemos elegido un momento en el que no suelen pasar estudiantes. Y asegurado de que no había nadie cerca.
Finalmente, las veo entrar. Me acerco. También vienen las gemelas. Song nos indica que podemos entrar.
–¡Por favor! ¡No más! ¡Os pagaré lo que sea! ¡Solo dadme tiempo!– la oigo suplicar al entrar.
–¡Plaf!
Cae al suelo por la fuerza de la bofetada de Shi. Se queda allí. Doliéndose. Mira a Shi asustada.
–Parece que nuestra putita cree que puede negociar, después de cerrarnos el paso. Te dijimos que estuvieras desnuda y preparada. Vamos, quítate la ropa– le ordena.
–Espera. Mejor que nos dé un espectáculo. Que baile mientras se la quita. Y más le vale ser seductora– propone Liang. Ha sacado otro cristal de memoria. Quiere grabarla.
–¡Levanta ya! ¡Empieza!– le exige Song.
Obedece, temblando. Se levanta con los ojos humedecidos. Con un lado de la cara rojo del golpe. Sus ropas arrugadas. Lleva un vestido sencillo. Tiene el pelo algo revuelto. No solo del golpe. Supongo que debía de estar acostada.
Intenta hacer lo que le han ordenado. Pero está claro que lo hace muy forzada.
–¡Más brío! ¡Vamos! ¡Baila de verdad!– le exige Shun.
Está muy enfadada. Le ha afectado más que a las demás. Excepto a las que conocían a Heng, claro. El dolor de las chicas lo ha hecho suyo.
Chun Hua es algo torpe bailando. O quitándose la ropa. Quizás por no estar acostumbrada. Quizás por estar asustada, amedrentada.
–¡Más sensual! ¡Tienes que seducirnos! ¡O recibirás tu castigo! ¡Vamos, sonríe!– amenaza Song.
Lo intenta. Aunque su sonrisa es bastante forzada.
Estamos alrededor de ella. A oscuras. Excepto una lámpara de qi en su posición. Solo se la ve a ella.
–¡Esas bragas poco a poco! ¡Mueve más el culo, zorra! ¡Tócate las tetas!– Xu Jing parece divertirse.
Estaba disgustada por lo que había hecho Chun Hua. Pero no le ha afectado tanto. Quizás, porque hace menos tiempo que está con nosotros. Su relación con las chicas no es tan estrecha. O quizás, por su propio carácter.
La hacemos seguir bailando un rato más, desnuda. Haciéndole mostrarnos todo su cuerpo. Mover sus caderas. Saltar para que boten sus pequeños pechos. Hacer varias poses.
–Ahora gatea hasta mí. Vamos. Hazlo sensualmente. Mueve mucho tus caderas– le ordeno.
Lo hace. Resulta sensual. Aunque su sonrisa es forzada. Y se está aguantando las lágrimas.
La cojo del pelo cuando llega hasta mí. Liang le pone una venda. Me bajo los pantalones y le acerco mi miembro medio erecto. Se lo pongo frente a su boca.
–Chupa.
Está temblando. Supongo que tiene miedo de que la vuelvan a golpear. Quizás, es la humillación. Está acostumbrada a ser una princesa entre sus seguidores.
Abre la boca. Empieza a chupar. Sus labios aprietan mientras entro y salgo de su boca. Especialmente en la punta. Su lengua se mueve con mucha más soltura que ayer. Sin duda, Ning es una buena profesora en ciertas materias. En unas horas, ha conseguido que deje de ser una amateur. Aunque aún puede mejorar.
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Mientras mi otro yo recibe una felación, yo me acerco por detrás.
–Levántate. No dejes de chupar– le ordeno con tono firme.
Sin dejar de temblar, se levanta del suelo. Inclinada hacia delante. Siguiendo con la felación. Su culo frente a mí.
–Abre un poco las piernas– le ordeno mientras toco su abertura.
En cuanto lo hace, la cojo fuerte de las caderas y la impalo hasta el fondo de su vagina. Se tensa.
Empiezo a entrar y salir de ella con fuerza. Disfrutando de su estrechez. De follar a la arrogante y homicida estudiante. De golpear sus nalgas hasta dejarlas rojas. De someterla a mi placer. Y al dolor. Se estremece con cada embestida y con cada golpe.
También preparo su culo. Limpiándolo con qi. Penetrándolo con los dedos mojados de sus fluidos. Sin dejar de perforar su vagina una y otra vez.
Finalmente, me acabo corriendo en ella. Se estremece otra vez. Y luego otra vez cuando mi otro yo llena su boca. Y la obliga a tragárselo.
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Después de que me haga una felación y mi otro yo llene su vagina, la hacemos sentarse sobre mí.
–Pon mi polla en tu culo. Y empieza a moverte. Tienes que aprender a ser una buena puta. ¿Entendido?– le ordeno a la vez que le doy una palmada en sus enrojecidas nalgas.
–¡Ay! Sí, Amo…
Le cuesta unos pocos intentos meterla en su ano. Y luego se muestra indecisa a bajar. Así que cojo sus caderas y la empujo hacia abajo.
–¡¡Aaaaaaargh!!– se duele.
–¡Muévete!
–Sí, Am…– quiere responder, casi sollozando –¡Mmmmmmhh!
Mi otro yo penetra su boca con su miembro. Ya no puede seguir hablando.
–Límpiame– le ordena.
Así que tiene que hacer otra felación mientras mueve sus caderas. Para que entre y salga de su culo. De lo que se olvida al principio. Y recibe la palmada correspondiente.
Sobo sus pequeños pechos desde atrás. Pellizco sus pezones para causarle dolor y placer. Le causo dos orgasmos, mientras alguna de las chicas la insultan por ello. Queremos atacarla física y mentalmente.
Finalmente, me corro en ella. Lleno su ano. La empujo contra la cama. Bocabajo.
Durante las siguientes dos horas es follada por varias de las chicas. Que no dudan en golpearla o insultarla. Algunas prefieren no hacerlo. Como las gemelas, Ma Lang o Lia Qin. Otras están deseosas de un poco de venganza. Song es especialmente violenta. La odia.
Antes de irnos, decido follarla una vez más. Para que esté de nuevo llena de mi semen. Que no sospeche demasiado. Y también porque me apetece.
La follo sin compasión. Estirando los piercings que le han puesto en sus pezones. Y que tiene prohibido sacarse. Haciendo gemirla débilmente. Totalmente inerte sobre la cama. Aunque aún despierta.
Y allí la dejo. Goteando semen. Mientras Rui está esparciendo afrodisíaco por su habitación. Veremos cómo está mañana. Cuando empecemos la siguiente fase del plan.
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Al día siguiente, Lia Qin me mira tímidamente con sus preciosos ojos azul claro. Con una enorme sonrisa. Mientras está acostada sobre la cama. Su pelo corto da un toque azul a las sábanas al caer sobre ellas.
–Felicidades– le sonrío yo también.
–Gracias… Por todo… Haz… Hazme tuya– me pide casi en un susurro. Me gusta como se mueve la peca bajo el labio cuando habla.
Acaba de subir a la siete. Por no decir que sus meridianos están mucho mejor que cuando llegó. Y sus cicatrices totalmente curadas.
No puedo evitar sonreírle. Acercar mis labios a los suyos. Tomarlos mientras mi mano se acerca a su pecho. Mientras los suyos me reciben con pasión.
Sigue siendo algo tímida. Pero cada vez acepta con más naturalidad el sexo. El estar unida a mí. El besarme. Hasta lo pide. Como ahora.
Mientras mi lengua reclama la suya, mi mano mueve su pecho de lado a lado. No es muy grande. Pero sí su aureola. De un color rosa oscuro como sus pezones. Destaca bastante sobre la piel blanca.
Empiezo a mover despacio mis caderas. Sin dejar de besarla. De manosear su pecho.
Aunque a veces me pide que sea más agresivo, le gusta despacio. Íntimo. Le encanta sentarse sobre mí de espaldas mientras la penetro. Mientras la agarro por detrás. Incluso se atrevió a que la follara analmente en esa posición. Lo disfrutó. Aunque prefiere que penetre su vagina.
Hoy está sobre la cama. Sus piernas abiertas. Y yo sobre ella. Disfruto de un sexo lento y relajado con mi maestra de formaciones. Bueno, quizás lo llegue a ser en el futuro. Está en ello.
Mis dedos se hunden en sus pechos. Son mulliditos. Mis otros dedos acarician su suave mejilla. Mientras intercambiamos saliva. Sin temor a que nuestros labios se desgasten.
La calidez de su cuerpo bajo el mío es deliciosa. Su vagina envolviéndome, placentera. Su dulce y tímida pasión, deliciosa.
Nos recreamos durante un buen rato el uno en el otro. Me mira con pasión cada vez que nuestros labios se separan. Enrojeciendo si me quedo mirándola demasiado. Es adorable. Aunque ya no me rehúye la mirada. Solo se avergüenza.
Se corre cuando aprieto un poco su pezón con una inyección de qi. Mientras me miraba. Lo que la hace enrojecer más. Reconozco que lo he hecho queriendo. No he podido evitarlo. Me mira acusadora cuando se recupera. Me perdona con un beso.
Vuelve a correrse dos veces más. Entre beso y beso. Mientras manoseo su pecho. O he bajado a sus nalgas. Siempre recorriendo su costado poco a poco. Disfrutando de la suavidad de su piel. Haciéndola estremecer con qi.
Acaba temblando una última vez en mis brazos. Su vagina se estrecha mientras la lleno. Mientras su cuerpo se tensa y convulsiona varias veces. Mientras me abraza con pasión y desesperación.
Nos separamos poco a poco. Nos miramos. Vuelve a enrojecer. Me devuelve la sonrisa. Tímida. Preciosa.
–Gracias. Por ser tan bueno con alguien como yo… ¡Ay!– se queja.
Le he dado una ligera palmada en sus nalgas.
–Si vuelves a menospreciarte, aunque sea un poco, te dejaré ese precioso culito rojo– la amenazo, queriendo parecer severo.
Ella me mira por un momento confusa. Luego me muestra una sonrisa como pocas veces la he visto. Y atrae mi cabeza hacia ella para besarme larga y húmedamente.
–¿De verdad puedo quererte?– pregunta con timidez cuando nos separamos.
–Más te vale. No me gusta que sea solo yo– le respondo, de nuevo queriendo parecer serio.
–Te quiero– me confiesa.
–Y yo a ti, mi preciosa peliazul– le respondo.
Le siguen unos cuantos besos, caricias y mimos. A las chicas no les importará que la consienta un poco. Como mucho, me harán consentirlas a ellas. Si no, tendré que buscar una excusa para hacerlo.
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Como es un tanto tímida, mi otro yo ha separado una cama para estar con Lia Qin. Incluso se han insonorizado. Xu Jing no es tan tímida. Pero sí que está entusiasmada.
–¡Verlo es más impresionante que te lo cuenten! ¡Estoy en la tres! ¡En tan poco tiempo! ¡Con tan poco esfuerzo! ¡Es increíble!
Me la quedo mirando. Es realmente extrovertida. Y alegre. Me devuelve la mirada. Estira los brazos hacia mi cuello.
–No me mires tanto. También me avergüenzo… Fóllame. Llévame al cielo, mi amor. A ver cuánto aguanto ahora– me pide. Aunque no percibo ninguna vergüenza en ella.
Nos besamos. Sin remilgos. Todo pasión. Lujuria. Empiezo a penetrarla. Ella no tarda en mover sus caderas. Sincronizadas con mis embestidas. Queriendo más. Exigiendo placer. Nadie diría que hace no tanto era virgen.
Es cierto que no puedo ser tan intenso con ella como con las demás. Su cuerpo está más limitado por su baja cultivación. Aunque ahora ha subido un poco. Veamos.
–¡¡AAAAAAAAHHHH!! ¡Asiiií! ¡Maaaás! ¡AAAAAAAAHHHH!– gime ella una y otra vez.
Nuestros cuerpos se mueven sin parar. Con lujuria. Aunque el suyo deja de hacerlo después del segundo orgasmo, exhausta. A pesar de ello, sus ojos me piden que continúe. Que la lleve al límite.
La miro mientras cumplo sus deseos. Su precioso cuerpo desnudo es ligeramente musculado. Pero le falta qi. Su pelo negro se expande sensualmente sobre la cama. Está deshecha la coleta que suele llevar. Sus modestos pechos no dejan de rebotar obscenamente. Aunque no tanto como sus gemidos de placer.
Acaba jadeando sobre la cama, incapaz de moverse. Aparte de mirarme intensamente. Y de sonreír satisfecha.
–Aaaahhh… Tengo que subir unos niveles más… Quiero gastar mi sesión de vagina y culo…– se expresa sin ningún remilgo.
–Pervertida– la acuso.
–Soy buena alumna, ¿verdad?– ella sonríe, mostrándome los dientes. Desafiante. Provocándome.
–Sí, mi amor– me acerco a ella.
Solo entonces se sonroja un poco. Y acepta mi beso con pasión. Al menos, con toda la que es capaz. Está un poco cansada.