Esencia Suprema de Ginseng

Los ojos del hombre ardían ferozmente mientras convocaba las últimas fuerzas de su ser.

Un sable rojo sangre se materializó de repente frente a él.

Su rostro, antes sonrosado por el esfuerzo del combate, se tornó fantasmagóricamente pálido, una palidez que reflejaba el completo agotamiento de su vitalidad.

El lacayo que estaba frente a él se congeló de terror al posar su mirada sobre la hoja carmesí.

—¿De verdad usaste ese movimiento? ¿Realmente no te dejarás salida alguna?

La feroz expresión del hombre no vaciló mientras fulminaba al lacayo con la mirada, apretando los dientes.

—Lo supe desde el momento en que entramos al Valle de Vida y Muerte, que la hermandad no duraría. Traiciones por beneficios —es inevitable.

—Has estado a mi lado durante siglos, pero te he estado observando todo el tiempo. ¿De verdad pensabas que no notaría tus intrigas?

—Pero nunca pensé que actuarías con tanta decisión. Bien. Entonces muramos juntos.