1766. Caza

«Ni lo intentes», pensó Noah mientras cubría el cadáver de Isaac con materia oscura y echaba un vistazo al cielo.

La blancura había empezado a condensarse en el cielo ya que Cielo y Tierra querían resucitar a su seguidor, pero Noah no se quedaría de brazos cruzados. Había encontrado demasiados expertos de ese tipo como para dejar que los gobernantes los devolvieran a la vida.

Una sensación de debilidad llenó su cuerpo cuando desactivó la habilidad de Isaac. Su nuevo hechizo no tenía ningún inconveniente, pero agotó una inmensa cantidad de energía. Además, Noah ya estaba sufriendo por su activación previa de la ambición, así que su situación general empeoró.

También había aparecido un corte profundo que alcanzaba sus órganos internos en su torso. Su cuerpo ya no estaba en el nivel superior, así que tenía más dificultades para aguantar las desventajas de la espada maldita. Aun así, ese daño no era nada cuando tenía a su alrededor muchas fuentes de poder.