Noah y el Rey Elbas no pudieron ignorar esa característica. El entorno cegador más allá de la grieta en el vacío era difícil de inspeccionar, y la blancura incluso trataba de ocultar parte de sus interiores, pero los rastros de vida inevitablemente manchaban esa cubierta antinatural.
Las olas mentales que se esparcían a través de la blancura inspeccionaban cada tenue rastro de vida e intentaban entender sus fuentes. Ese proceso terminó siendo relativamente fácil. El Rey Elbas y Noah no pudieron dejar de reconocer la energía familiar irradiada por bestias mágicas, humanos e híbridos.
—¿Por qué podemos sentirlo tan claramente? —preguntó Noah.
—Creo que no te das cuenta de cuán poderosos somos en comparación con estos mundos más débiles —explicó el Rey Elbas.