«Fallé», comentó Noah en su mente mientras sus compañeros salían de su figura.
La extraña criatura no liberaba ningún aura. Ni siquiera portaba energía. Noah y los demás no podían seguirle el rastro con sus olas mentales ni sentidos. Solo sus ojos les permitían entender hacia dónde iba el monstruo, así que Noah no dudó en añadir a los compañeros a la búsqueda.
De repente, Duanlong encontró al objetivo alto en la distancia, y Noah agitó prontamente la Espada Demoniaca en esa dirección. Su lluvia de cortes negros no podía crecer ya que el entorno carecía de energía, pero aún portaban suficiente poder como para hacer que la criatura abandonara su posición e interrumpiera la absorción.
—¡A la derecha! —gritó Noah un instante después de que la criatura se moviera.
El Santo de la Espada ni siquiera se molestó en mirar hacia su derecha. Él agitó su hoja plateada, y un corte masivo salió de ella. El ataque alcanzó el cielo antes de curvarse y volar justo debajo de él.