1811. Pilares

El gran parche de vacío flotaba bajo el cielo y bloqueaba su resplandor. Noah, el Demonio Divino, y el Santo de la Espada se bañaban en una de las raras noches que se experimentaban en el plano superior.

La oscuridad se sentía cómoda. La luz hería sus ojos y obligaba a sus mentes a soportar una presión constante, pero la negrura del vacío les ofrecía paz. Les permitía relajarse y descansar sus ojos.

No importaba que los expertos acabaran de regresar de un largo viaje dentro del vacío. La situación se sentía completamente diferente mientras estaban dentro de las Tierras Inmortales. Podían percibir la luz en algún lugar más, pero no les importaba. El mundo emitía una sensación pacífica, y los tres expertos dejaron que se infiltrara en ellos.

—Eres bastante la calamidad —comentó el Santo de la Espada mientras alzaba sus largas cejas para inspeccionar el vasto parche de vacío—. El espacio con nitidez puede ser mortal.