2-Un ser de fantasía

P.V. Alexander

Frente a mí, el ser sobrenatural nos miraba como si fuéramos simples motas de polvo flotando en el aire.

—Pido clemencia a su excelencia... —dije, con voz temblorosa.

—Oh... ¿Cómo es posible que puedas hablarme?

Sus ojos brillaban con curiosidad, aunque yo mismo no entendía cómo seguía consciente.

Algo en mi interior me decía que una sola palabra suya bastaría para acabar conmigo.

—Mortal... al parecer no eres solo un simple mortal.

—Dime, ¿qué es eso que cuelga de tu cuello?

Con dudas, saqué el collar.

Era sencillo pero peculiar: un medallón metálico, pulido como un espejo, colgado de una cuerda rústica.

De un lado, dos manos derechas estrechándose; del otro, la silueta de un hombre con cabeza de elefante.

"Está caliente..."

Ese collar, un regalo de mi abuelo, ardía en mi mano como si respondiera a la presencia de ese ser.

El ente lo miró detenidamente, y comenzó a murmurar:

—¿Un artefacto divino...?

—No.

—¿Un arma sagrada...?

—Tampoco...

—Mortal... no sé de dónde lo has sacado, pero lo quiero.

Su voz era tranquila, pero su intención estaba clara.

Quería mi collar.

No entendía por qué simplemente no me lo quitaba. Con su poder... ¿no sería lo más fácil del mundo?

—Su excelencia, este collar es un regalo precioso de mi abuelo...

—Estaría encantado de ofrecerlo, pero... hacerlo sería como insultar su memoria.

—No me importan tus sentimientos. Solo quiero el collar.

A pesar de que mi cuerpo temblaba de miedo, el calor del collar mantenía mi mente clara, como si me protegiera.

Entonces, una idea tan audaz como estúpida cruzó por mi mente.

—Su excelencia... ¿me permitiría luchar por la oportunidad de conservarlo?

—¿Oh...? Dime, ¿por qué crees que puedes luchar contra mí...?

—Yo soy Neton, el Dios Sol de la Guerra.

"¿Dios...?"

Mi mente se congeló.

Un dios.

No un general, ni un mago, ni un monstruo.

Un ser divino.

Como los que solo existen en mitologías, mangas o novelas ligeras.

"Estoy jodido..."

Ese fue el único pensamiento que me vino a la cabeza.

El calor del collar me trajo de vuelta a la realidad.

—Increíble, mortal.

Incluso con la ayuda de ese artefacto, recobrar el sentido al saber quién soy...

Eso es algo admirable.

Pasó un instante eterno. Entonces, hablé:

—Su divinidad... no sé por qué quiere mi collar, ni por qué no me lo ha arrebatado aún.

—Con su poder, podría matarme en un instante.

—Por eso... propongo un juego.

—Apostaré mi collar en un duelo.

—Usted, siendo el Dios de la Guerra... ¿temería un duelo contra un simple mortal?

Neton soltó una carcajada que retumbó en los cielos.

—¡Jajajajajaja! Mortal... tienes agallas.

—Así es. Yo no rechazo ningún duelo.

Mi intuición no me había fallado. Aunque minúscula, tenía una posibilidad de sobrevivir.

—Dime, mortal...

—En el improbable caso de que ganes, ¿qué deseas obtener de mí?

—Sería una grosería pedir algo a un dios.

—Me conformaré con lo que su divinidad quiera ofrecerme.

—Está bien. Si ganas... te daré mi poder.

—Trato hecho.

En el instante en que pronuncié esas palabras, el collar lanzó una luz deslumbrante que envolvió mi mano derecha…

y la del dios Neton.