Intimidad compartida

—Luciano la observaba mientras ella estaba de pie de espaldas a él —murmuró su voz baja y ronca junto a su oído—. Podía decir que estaba nerviosa y avergonzada.

—Erin sentía como si su corazón fuera a estallar de su pecho, latía tan fuerte. Al siguiente instante, su cuerpo se tensó cuando un par de brazos fuertes la rodearon y el cálido y firme pecho de un hombre se presionó contra su fría espalda. Cerró los ojos con fuerza, tratando de estabilizarse.

—Las manos de Luciano descansaban alrededor de su plano estómago, que había instintivamente encogido debido a las mariposas que revoloteaban dentro de ella. Se inclinó hacia abajo, plantando besos suaves a lo largo de su nuca. Su esbelta y delicada figura se sentía perfecta en su abrazo, como si estuviera hecha a medida para él.

—No estés nerviosa. No haré nada que tú no quieras —murmuró su voz baja y ronca junto a su oído, el calor de su aliento enviando escalofríos por su columna.