Los laberintos de las montañas de los enanos .

Después de hablar con Eskoll, fui a mi cabaña donde estaban las chicas ahí hablando entre ellas .

— ¿Qué pasó que te tardaste tanto , Rudy? — me dijo Ariel.

— Nada, hablaba con el líder elfo. Me habló del elfo oscuro, y de lo que está pasando con los elfos del Gran Bosque y su situación actual, solo eso, dije .

—¿ No te dijo por qué las elfas son tan putas? — me dijo Silphy, aún molesta por cómo nos miraban.

— Vamos, amor, eres una elfa, no puedes decir eso de ellas, le dije .

— No lo soy, Rudy. Solo tengo orejas de elfa, estoy envejeciendo a diferencia de ellos; de hecho, ya me veo mayor que mi abuela.

— Por favor, solo te ves de 20 años, amor, y cada día te ves más sexy, dije abrazándola y agarrándole el culito .

— No te estoy hablando de eso. ¿Qué pasa con esa elfa puta que te guiñó el ojo hoy?

— Sí, y varias elfas hicieron lo mismo. Creí que odiaban a los humanos, dijo Roxy .

— Son elfas jóvenes, de 20 a 80 años. Los problemáticos son los elfos ancianos, esos de 500 años para arriba, o al menos eso explico Eskoll .

— ¿Y cómo demonios se supone que se distinguen? Todos se ven igual de jóvenes — me dijo Nana.

— Pues no lo sé, tal vez los más viejos escuchan a Mozart y los más jóvenes a Arjona , amor.

— ¿Qué te quiso decir con eso, Nana? — le preguntó Ariel desconcertada .

— Habló de músicos de nuestro mundo. No entenderías, ademas nadie escucha a Arjona — le dijo Nana.

— Ufff, pero las chicas que salían en los videoclips de Arjona tenían tremendo culito — dije en castellano, haciendo que Nana me tirara un zapato.

— Como sea, mañana no te despegues de nosotras, Rúdeus Greyrat. ¿Está claro? — me dijo Silphy.

— Está bien. Dios, qué celosa eres. Si sabes que las únicas orejas élficas que me vuelven loco son las tuyas, amor — dije abrazándola por atrás y mordiendo su orejita.

— Es bastante lindo este lugar — dijo Roxy— Nunca había estado aquí en mis viajes.

— Sí, ¿sabes, Rúdeus? Esta aldea sí se parece a la película El Señor de los Anillos, ¿recuerdas cuando la Comunidad llega con Galadriel, la. Líder de los elfos dle bosque? — me dijo Eris.

— Sí, se parece bastante. Esto no es una aldea, es casi una ciudad, dije .

— Aún así, los feráles, Enanos y los hobbits me agradan más — dijo Silphy enfurruñada.

— Estás así porque estás molesta con esta gente porque expulsaron a tu papá y a Elinalise, ¿cierto, amor?

— Sí, y por cómo miraban a los niños, en especial a Lucy, Siegh, Lara y Lily.

— Sí, bueno, los niños tienen orejas más cortas y las niñas el cabello azul, pero tranquila, nada pasará. Eskoll me lo aseguro.

— Eso espero.

— ¿Y solo hablaron de eso, Rúdeus? — me dijo Eris.

— No mencionó al elfo oscuro. Me advirtió que él no tiene nada que ver con la aldea elfa y que está en los laberintos, lo vieron hace unos meses .

— Eso es genial — dijo Eris con entusiasmo.

— Oye, Eris, si lo topamos, solo pasaremos de largo. Nada de pelear con ese tipo, ¿esta claro? .

— Pff, está bien — dijo cruzándose de brazos.

— Jeje, qué bueno que los chicos aún son niños. Se imaginan hubiésemos venido con Siegh, Ars y Edward ya adultos; de seguro salían casados del Gran Bosque.

— Sí, me pregunto a quién habrán salido los niños así de coquetos — dijo Nana con una sonrisa mirándome.

— Pues, a sus madres — . ¡Auch! — dije después de un zapatazo de Silphy.

— Como te atreves — me dijo Silphy — nosotras solo te amamos a ti.

— Lo sé, amor — dije — pero ustedes siempre dieron el primer paso conmigo, excepto Roxy.

— Mentira — dijo Eris.

— Bien, te recuerdo que te metiste a mi habitación con la intención de besarme cuando éramos niños, y cuando dormíamos juntos mientras regresábamos del continente demoníaco, me tocabas el trasero, el muñeco y mi estómago, le dije .

— ¿Cómo sabes eso? — dijo Eris sonrojada.

— Porque una noche desperté mientras lo hacías, y me hice el tonto, me tiré de la cama y fingí que me había caído.

— Eris no dijo nada; estaba roja como un tomate.

— Jajaja.

— Tú no te rías, Silphy; tú te ibas a dormir conmigo cuando éramos niños.

— Sí. Pero no te tocaba.

— No, pero mientras dormías me mirabas a los ojos, y en una oportunidad en que estábamos en tu casa, y te pedí un vaso de agua te vi le lanzaste un escupo al agua.

— Que asco ¿Por qué hiciste eso, Silphy? — preguntó Roxy.

— Eeeh… es que una noche escuché a mis padres hablar y mamá dijo que las jóvenes feráles escupían en la bebida del hombre que amaban para que ellos se enamoraran de ellas — dijo Silphy con una sonrisa.

— ¿Y te bebiste eso, Rudy? — preguntó Nana.

— No, justo la vi cuando fui tras ella, y dije que debía irme a casa y salí huyendo de ahí, pensé que Silphy me odiaba, y estuve triste unos días, hasta que le pregunté a Lilia y ella sonrió y me explicó que trato de hacerme un amarre — dije.

— ¡Vaya, eres loca desde niña, Silphy! — le dijo Nana.

— ¡Oh, tú cállate! Apuesto que también te lanzaste sobre Rudy como león a la carne.

— Bueno, yo lo besé, pero estábamos ebrios — dijo Nana.

— Jajajaja, esto es divertido.

— Tú eres la menos indicada apara reírte de eso Ariel — le dije, y ella se cayó de inmediato.

— ¿Y cuando Rudy era adolescente, cómo tenía el muñeco? —Le preguntó Silphy A Roxy .

— Pues, un poco más pequeño — dijo Eris.

— ¡Dejen de hablar de mi muñeco! — les dije.

— Ya dejen de discutir tonterías — nos regañó Roxy — y los niños… bueno, lo más probable es que seamos abuelas pronto así como van , jejejeje.

— ¡Oh, ya callate, soy muy joven para ser abuela ! — le dijo Eris tirándole una almohada.

— Y así empezó la guerra de almohadas que terminó en una deliciosa orgía con mis cinco chicas. (...)

Mientras afuera de la cabaña alguien estaba ahí.

— ¿Qué demonios estás haciendo ahí, Loira? — dijo de pronto una elfa a su compañera.

— ¡Demonios! Casi me matas del susto Liriel . Nada, estaba cuidando esta cabaña, dijo la elfa.

— Mentira, estás mirando lo que hace ese hombre con sus esposas. ¡Sal inmediatamente de ahí o te delataré con Eskoll!

— Aaagr… está bien, me voy — dijo la elfa mientras era escoltada por su superior.

Al otro día nos enseñaron la aldea de los elfos y nos presentaron a los ancianos, los cuales se veían de la misma edad de Silphy; eso era raro. También nos hablaron de su cultura, su facilidad para la magia, agilidad, sentidos superiores, etcétera. De hecho, nos llevaron a sus campos de entrenamientos donde eran instruidos en arco y flecha y en esgrima, aunque sus aires de superioridad y grandesa se fueron al demonio cuando Edward, Siegh, Ars, Lara, Lucy y Clive les patearon el culo a los elfos que ya se veían adultos en duelos de esgrima y magia.

—Como es que sabéis usar magia en silencio —nos preguntó un elfo anciano (bueno, no se ve anciano, pero básicamente son los nazis de los elfos).

—Yo les enseñé; son mis hijos, después de todo.

—Ya veo. La sangre Drafonfolk, mezclada con humano, elfo y demonio, dio híbridos formidables.

—No llames "híbridos" a mis hijos —le dije al elfo, mirándolo fríamente.

—No fue mi intención ofenderte, Dios del cauce .

—Entonces, guárdate tus opiniones de mis hijos.

—No lo tomes a mal, los elfos fuimos quienes enseñamos a la humanidad magia y esgrima, le dijo con algo de soberbia.

—No es así, no trates de engañarme , fueron los Dragonfolk quienes enseñaron magia a la humanidad, incluidos a los elfos, y fueron los Altos Elfos (ya extintos) quienes nos enseñaron esgrima. Fue Idazlaid, un Alto Elfo, no ustedes —le dije.

Podía ver una vena en la frente del elfo, pero no me dijo nada mientras yo miraba, de brazos cruzados, a mis hijos derrotando a varios elfos guerreros.

—Conocí al Dios Dragón Urupen. Se parecía a usted, aunque era rubio pero tenía mechones de cabello blanco y ojos como un reptil, pero parecía más humano. Era extraordinariamente fuerte —me dijo una elfa anciana.

—El Dios Dragón Orsted. Sí, es un dragón más puro, le dije.

—Sí, lo conozco. Casi nos morimos del susto al verlo. Apareció hace unos 200 años; nadie sabe quién es su padre. Solo los Dragonfolk no le temen.

—Es un buen sujeto, pero es un niño maldito; su maldición hace que toda criatura le tema, les explique.

—Y usted le teme?

—No, y ninguno de mis hijos, aunque ahora tiene un dispositivo que disipa su maldición. En fin, debo hablar con el consejo de ancianos y pedirles algo —les dije.

—Claro —me dijeron—. Así que, con Eskoll, nos llevaron a su consejo. Ahí pedí permiso para fabricar un círculo de teletransportación a la cabaña.

Después de una larga deliberación de los ancianos, nos autorizaron a hacerlo en un lugar aislado al que fui con Eskoll, sus ayudante, entro los que estaba la elfa de anoche , y Silphy, quien no tenía buena cara. Loira insistía en preguntarme cosas de Ranoa o del mundo.

— Vaya, así que caminaste del continente demoníaco al continente central. ¡Eso es increíble! ¿Por qué no pasaste a vernos? — me dijo la elfa.

— Porque estaba apurado por encontrar a mi familia y a Silphy, le dije .

— ¿Quién es Silphy?

— Soy yo, su esposa — dijo Silphy, roja de ira.

— ¡Oh, ya veo! Bueno, me alegra que hayas recuperado a tu familia, Dios del Cauce. ¿Puedo preguntar qué edad tienes?

— 27 años.

— ¡Vaya, tan jovencito y te ves tan maduro y tan guapo ! Yo tengo 45, y usted, Lady Silphy, ¿qué edad tiene? ¿Unos 300?

— No, tengo 27 también.

— Vaya, se ve mayor — le dijo Loira, quien estaba a punto de recibir un golpe de Silphy, a la cual tuve que tomarla más fuerte de la mano porque trató de separe de mi .

— Es porque Soy una humana con rasgos élficos. Escucha, te lo voy a decir una vez, Loira: no te metas conmigo. Soy una reina de agua, y no querrás verme enojada, le dijo Silphy .

— Lo siento — dijo la elfa con una sonrisa.

— Basta, Loira. No te traje para fastidiar a la esposa de la séptima potencia mundial. La regalo Eskoll, que se veía nervioso .

— Lo siento, solo quería saber qué se necesita para ser una tus esposas, insistió Loira .

— No estoy buscando esposas, mi lady — le dije.

— No hay problema, pero ese niño de cabello verde, o el rubio, o el pelirrojo, van a crecer en algunos años y tal vez podríamos.

— Basta, Loira — la regañó Eskoll, quien la miraba entre enojado y asustado por la cara de Silphy .

— Disculpe, Dios del Cause, señora Greyrat. Loira, desde pequeña, ha mostrado interés por otras razas.

— Sí ya veo — dijo Silphy.

A todo esto, los elfos dominan el idioma humano y son bilingües; por eso, Loira nos hablaba en idioma humano.

— No pondrás las manos sobre mis hijos — dijo Silphy molesta.

— Lo siento, pero eos no lo sabes, el futuro nadie lo puede ver , pero tal vez seas mi suegra en unos años, jejeje.

Tuve que sostener a Silphy nuevamente , quien quería golpearla.

Finalmente, llegué a donde nos habían asignado y construimos una ruina donde hicimos el círculo. Una vez listo, nos teletransportamos con Eskoll, Loira y Silphy a la oficina, donde los presenté a Orsted. Allí vi que a Loira le traían también las mujeres, porque le lanzó miradas coquetas a Faria, quien estaba muy incómoda por la actitud de la elfa.

Una vez regresamos, volvimos a la aldea elfa, donde mi familia había sido muy bien tratada, aunque tal ves sea porque le tenían a Rinia, Purcena y Ghislaine. Nosn habíamos dedicado a recorrer la aldea y a practicar magia y esgrima en sus hermosos campos de entrenamiento. Estuvimos unos días más hasta que decidimos ir a los laberintos. Esa noche, Eskoll nos despidió con una cena.

Al día siguiente nos despedimos de los elfos. Cuando estaba por subirme al carruaje, el líder elfo me habló:

— Si van a los laberintos, tengan cuidado. A veces pasan cosas raras allí cuando el elfo oscuro está cerca. El Dios del Norte ya lo sabe; hace veinte años tuvo un encuentro con ese tipo.

— No se preocupe, es inofensivo para nosotros — le dijo Alek.

— Aun así, cuidado con su magia. Usa magia negra y magia de ilusión, y es fuerte.

— No se preocupe, no tengo nada contra él — le dije.

— Bien, los veo cuando regresen. Que tengan buen viaje. Son dos semanas hasta los laberintos.

— Se lo agradezco, Eskoll. Fue un gusto. Si tiene algún problema, no dude en usar el círculo y el hechizo que le deje .

— Lo haré — dijo el elfo despidiéndose. Detrás de él, Loira me lanzó un beso, casi haciendo que Silphy bajara del carruaje para matarla.

Una vez nos alejamos lo suficiente, Elinalise se quitó el anillo.

— Ufff, ya estaba harta de usar esta cosa. Malditos imbéciles, sobre todo esos idiotas que dicen ser ancianos. Todos unos cobardes. Solo están vivos porque huyeron en la guerra de Laplace; los verdaderos héroes murieron todos, y ahora se creen la gran cosa.

— ¿Tú cómo sabes eso, si Perugius te rescató después de la guerra, abuelita? — preguntó Silphy.

— Mi primer esposo me contó. Él odiaba a esos idiotas.

— ¿A Eskoll lo conocías?

— Sí, pero literalmente era un niño cuando me expulsaron. Tenía unos diez años… ufff, pero su padre, que bien cogia.

— Abuelita, por favor — dijo Silphy.

— Qué, solo estamos los adultos aquí. Los niños se fueron con Zenith, Paul y Lilia , y el resto con Alek, Aisha, las feráles y Norn.

— Por cierto, dijiste que los elfos eran unos idiotas. ¿Qué hay con esa degenerada de mierda de Loira? — dijo Silphy muy enojada.

— Es una niña joven, está en la edad en que los elfos están despertando sus instintos sexuales, pero a medida que pasa el tiempo estos bajan, a menos que se casen con humanos, hobbits, enanos, demonios o mestizos, que tienen una libido alta.

— ¡Maldita degenerada bastarda!

— Ya cálmate, Silphy, tú eras igual en la universidad, ¿recuerdas? — le dijo Nana.

— Tú cállate, no me compares con ella. Rudy era soltero y esa gata rompe hogares sabía que ahora está casado, y me dijo vieja la muy maldita.

— Jajaja, bueno, ahora sabes lo que se siente verse la mayor — le dijo Eris.

— ¡Oh, pero tú eres hermosa! — le dijo Silphy saltando en sus brazos. — La maldita me dijo que cuando los niños crezcan irá por uno de ellos, y me llamó suegra… ¡aaaagh, odio a esa elfa puta ! — dijo Silphy.

— Ya relájate, además tú eras igual. Recuerdo que me dijiste hace no mucho que cuando Rudy y yo éramos novios en la universidad tú tenías planeado quitármelo metiéndote en su cama en una visita nocturna — le dijo Nana.

— No es lo mismo, dijo Silphy .

— A mí me suena parecido — dijo Roxy —. Pero, ¿de dónde sacaste esa idea?

— Su majestad me lo sugirió — dijo Silphy, y Ariel, quien estaba ahí, hizo la tonta mirando por la ventana.

— Tú le contaminas la mente a Silphy. No sé por qué no me extraña — le dije.

— ¡Oh, ya cállate! Vieras cómo lloraba Silphy cuando te veía con Nanahoshi besándote en los patios de la universidad… mmm, y a mí tampoco me causaba gracia por cierto, — dijo Ariel.

— Sí que eras un un rompecorazones, Rudy — me dijo Roxy con una sonrisa .

— No lo era. Luke y los príncipes de las naciones mágicas sí lo eran, yo era un tipo muy tranquilo, dije .

— ¡Mentiroso! Te besuqueabas con Rinia, Pursena, encontraste hermosa a Nina Farion, y te besuqueabas con Nana, le dijo Silphy .

— ¿Cómo que encontraste linda a Nina Farion? — me dijo Eris enojada.

— Así es, Eris, él me dijo que la chica esa era linda, dijo Silphy en tono acusativo.

— ¡Desgraciada! Voy a patearle el trasero — dijo Eris.

— Ya cálmate, solo dije que era linda, nada más — le dije. — Además, eso fue culpa tuya, Silphy, tú nunca me dijiste quién eras.

— Es que su majestad creía que tú eras un aliado de Grabel, Rudy y me prohibió decirtelo.

— ¡Tú! ¿Otra vez tú? — le dije a Ariel.

— Trataban de matarme, desconfiaba de todos — me dijo Ariel cabreada.

— Por cierto, ¿por qué Nina no te habló de mí? — dijo Eris.

— Bueno, le pregunté cómo sabía de mí y cuando me iba a decir, un montón de idiotas feráles me pidieron un duelo — dije.

— Ya veo. ¿Y si te hubiera dicho que estaba en el santuario de la espada y que entrenaba por ti? , ¿qué hubieras hecho, Rudy? — me preguntó Eris.

— Probablemente, dado mi problema mental, habría ido a hablar contigo — le dije.

— Uuum, eso habría sido un problema. Si hubieras llegado ahí, no sé si hubiese podido terminar mi entrenamiento. Aunque Gal Farion tal vez habría ofrecido entrenare, me dijo Eris .

— Supongo que por algo pasan las cosas, Eris, nos volvimos a reunir en el momento justo, le dije .

— Sí, llegué justo antes de que ese ser horrible te matara.

— De hecho, Orsted me contó no hace mucho que me iba a perdonar la vida cuando tú llegaste, pero eso yo no lo sabía, y cuando te vi, me alegré mucho, Eris.

— Lo sé — dijo inflando su pecho.

— Si, lo recuerdo y después estuviste una semana sin hablarme. Pensé que estabas enojada porque estaba casado, le dije.

— No era eso, estaba nerviosa. Te veías muy diferente a como te recordaba. Cuando te dejé en Roa aún eras casi un niño y cuando regresé eres un hombre, eras más alto que yo y te veías tan guapo con el cabello blanco y tu cuerpo tonificado , y empecé a tener dudas; además, había rumores sobre ti, y estaba nerviosa.

— ¿Rumores?, ¿qué rumores? —pregunté.

— Bueno, que te gustaban las chicas planas, y cuando llegué vi a Roxy, Silphy y después a Nana y empecé a sentir inseguridad.

— ¡Hey! ¿Cómo que planas? —dijo Roxy molesta.

— Sí, además las dos son hermosas y me sentí insegura, y más cuando te vi —le dijo a Nana.

— Vaya, no sabía eso. ¿Tú insegura? Es lo último que hubiera pensado —le dije.

— La verdad, si te soy sincero, Eris tenía miedo de que nos atacaras cuando llegaras.

— ¿Por qué pensabas eso, estúpido?

— Porque me golpeabas cuando éramos niños, y cuando supe que eras una reina espada, la verdad estaba nervioso cuando te enteraras de que me había casado.

— Sí, bueno, no estaba contenta cuando lo supe, pero bueno, al final todo salió bien —dijo Eris.

— Si te somos sinceras, yo me puse nerviosa cuando te vi —dijo Roxy.

— ¿Por qué? —le preguntó Eris.

— Por tu cuerpo. Tienes un cuerpo hermoso: eres alta, tu cabello rojo… yo soy plana, mi trasero es pequeño y tú tienes un lindo trasero y un busto grande.

— Hay, Roxy, amor, nunca te dejaré, mi pequeña tablita —aucht.

— No me digas así, Rudy.

— Lo siento, amor.

— ¿Y tú, Silphy, qué pensaste de mí? —le preguntó Eris.

— Nada, que eras linda y me gustó verte con Lucy en brazos.

— No seas mentirosa, Silphy. Esos días que Rudy estaba sin mana después de la pelea con Orsted, dijiste que te gustaría saber cómo era Eris en la cama —le dijo Roxy.

— ¿En serio? —dijo Eris sonrojada.

— Bueno, sí, sabes que soy algo loquita.

— Con razón me tocabas tanto la tetas o en la noche de chicas antes de ir a Asúra., recordó Eris.

— Ya dejen de hablar de sexo. Yo no tengo a mi hombre cerca, nos lo regaño Elinalise.

— Lo siento, abuelita.

— Muchos recuerdos de este lugar, Elinalise.

— Sí, fui feliz un tiempo aquí con mi primer esposo, hasta que lo asesinaron.

— Lo extrañas, abuelita.

— Bueno, sí, extraño a cada hombre que he amado… bueno, solo fue él y un idiota más hasta que conocí a Cliff. Recuerdo que Kalman quería llevarme con el Rey Gaunis, y Perugius dijo que no, porque él podía llevarme a la cama y pervertir mi mente. Jajaja, ¿qué irónico, no?

— Y estás nostálgica por tu antiguo esposo —le dije.

— No, no sé… a veces me pongo nostálgica, y estos días he estado así, pensando mucho. Lo primero que recuerdo fue abrir los ojos y ver a un Dragonfolk y a un humano muy guapo que me hablaban. Perugius me habló en dios bestia, jaja, pero yo hablaba idioma humano. Estuve con ellos unos meses hasta que me trajeron a este lugar. Parece que nada ha cambiado por aquí en 400 años.

— ¿Cómo era Kalman? —pregunté.

— Ummm… se parecía un poco a tu cuñado, aunque más alto y corpulento. Tenían una barba corta y cuidada, y ojos azules, cabello negro y usaba una gran espada. Eres muy guapo, y Perugius también era guapo, se veía más joven; además, se la pasaba bromeando con Carl Ryback, lo mismo que Silvaryl. Ella se veía casi una adolescente en esa época y, bajo esa máscara, es hermosa: rubia de hermosos ojos claros.

— Quién lo diría, Perugius de buen humor —dije.

— ¿Habrás estado casada antes de quedar en ese cristal? Le preguntó Silphy.

— Lo dudo, querida. Era virgen cuando me casé con mi primer esposo; sin embargo, siempre he pensado que esta nostalgia que siento a veces es por alguien a quien… quien amé mucho, y seguramente es algo que queda de esa vida que jamás recordaré —dijo Elinalise, haciendo que el ambiente se entristesiera un poco.

— Lo importante es que eres feliz con Cliff y Clive, le dije.

— Jejej, qué no te quepa duda, nietito.

— Por cierto, recuerdas Silphy cuando pensabas que Elinalise era mi novia y estabas celosa y me preguntabas por ella, en especial cuando te conté que Cliff estaba enamorada de ella, y tu pensabas que yo hablaba de mi .

— No es por eso, es que la Abuelita se parecía a mi padre y sospechaba que era ella por la carta de Roxy, no estaba celosa .

— Mentira, si estabas celosa ¡y te pusiste a llorar cuando me contaste que él te había olvidado y llegó con una elfa!, le dijo Ariel.

— Yo no recuerdo eso.

— Tú recuerdas solo lo que te conviene Silphy , le dijo Nana.

— Jaja, tranquila Silphy, nunca hice nada con Rúdeus. Primero, porque él estaba con esa enfermedad mental; segundo, jamás me acostaría con un familiar de Paul; y tercero, se lo prometí a Roxy en el puerto de Kurasuma. Aunque cuando las súcubos lo atacaron en Lapam Rúdeus sí trató de seducirme, dijo Elinalise con una sonrisa .

— ¡Tú hiciste que…!, me dijo Silphy enojada.

— Tranquila, nieta, eso es culpa del veneno de las súcubos. Se desintoxicó y quedó bien. Además, también lo atacaron de regreso y Rúdeus salió persiguiendo a Roxy con cara de depravado ¡jajajaja!

— Sí, recuerdo eso, dijo Roxy riendo . Rudy me decía: “¡Una chupadita, Roxy! No seas mala”.

— ¡Jajaja! A mí me dijo lo mismo: “¡Una chupadita, Elinalise nadie se va a enterar !”.

— ¡Ya cállense! , las regañe.

— ¡Jajaja! Por favor, continúen, esto es gracioso, dijo Ariel; pero a Eris, Nana y Silphy no les causó gracia.

— Dejen de recordar eso, ni siquiera estaba en mis cabales, les dije.

— Mmm, mejor cambiemos de tema. No tengo ganas de bromas con las actitudes de las elfas, en especial de esa peli blanca de Loira, ¡maldita puta degenerada! Dijo Silphy.

— ¿Te imaginas a Siegh casado con Ella? le dijo Eris a Silphy .

— ¡Cállate, ni lo digas! Debemos mantener a nuestros niños alejado de esa perra.

— No lo sé, al que vi más entusiasmado con las elfas fue a Edward. Sieghart y Ars estaban más felices en la aldea ferál, dijo Nana.

— Mmm, no sería malo un rey que viva muchos años, dijo Ariel.

—Uff ¿siempre buscando tu beneficio, no?, le dijo Nana, provocando una mirada de enojo de Ariel.

— Ya no se peleen ustedes dos. (....) Cuando regresemos a la Sharia, faltará poco para Navidad, dije cambiando de tema .

— Sí, por cierto, amor, podríamos celebrar Halloween, me dijo Nana.

— ¡Aaagh! Odiaba esa estupidez. Era una costumbre gringa que todo el mundo hacía. Además, cuando yo era niño eso no existía en mi país, dije. Y además, amor, se supone que todos deben celebrarlo y cada casa dar dulces; en este mundo, si hacen eso, nadie les dará dulces a los niños.

— Sí, buen punto, me dijo Nana. Además, se supone que es la noche de brujas y en este mundo, todos son básicamente brujos.

— Magos, amor. La brujería es algo sobrenatural; la magia en este mundo es un fenómeno natural, le dije.

— Bien , punto. ¿Y qué hay de Pascua?

— ¿Qué hay con ello?

— ¿no recuerdas los huevitos de chocolate?, me dijo Nana

— ¿De qué se trata?, preguntó Roxy.

— Pues, un domingo de Pascua, o el séptimo día como se dice aquí, había una tradición de esconder huevos de chocolates, le dije.

— Rúdeus, los niños están muy paqueños para eso, degenerado , me dijo Roxy enojada.

— ¿De qué hablas, que rayos pasa contigo ?, le dijo Nana.

— De los huevos de chocolate. Pues, con Rúdeus derretí chocolate y se le echó en los huevos para sacarlo con mi leng…

— Roxy, no es eso, amor. Son literalmente huevitos enteros de chocolate que se esconden en el jardín y los niños los buscan.

— Oooh, ya veo, es eso, dijo Roxy.

— ¡Aaagh! ¡Qué asco! Eres una pervertidas Roxy, ¡y así nos dices pervertidas a nosotras, Rúdeus!, me dijo Eris.

— Ummm, eso suena delicioso, dijo Ariel con su cara de lujuria acostumbrada.

— ¿Qué haces, Elinalise?, le dije cuando la vi escribiendo algo.

— Nada, probaré esto con Cliff cuando lo vea.

— ¡Aaagh! Gracias por la maldita imagen mental, le dije.

Estuvimos cerca de una semana en el carruaje rodeando la costa por los territorios élficos hasta llegar a las montañas. Lo bueno es que durante el camino había varias posadas, y la noche anterior tuve una noche muy buena con Ariel y Eris.

Como sea, estábamos cerca de un acantilado que llegaba a los pies de las montañas donde estaban los laberintos, varios de nivel fácil como d o c y uno de rango A.

—Bien, ¿a cuál iremos? —dije.

—Papá, Eris, Ghislaine, Alek y, en realidad, todos pidieron ir al A. Si bien es peligroso, comparado con Lapam, según papá debería ser pan comido. Además, no llegaríamos hasta el Guardián; solo estaríamos unos días aquí. En el campamento quedarán mis madres, Nanahoshi, Ariel , mis hermanas, los niños, Leo y las furras.

Así que estabamos listos para emprender la exploracion, papá Ghislaine y Elinalise se veían emocionados..

Teníamos provisiones para algunos días, nuestras nuevas espadas; papá llevaba su armadura por si acaso, y Silphy se puso un traje de aventurera, el mismo que llevó al continente celestial cuando bautizamos a Siegh.

Estabamls revisando nuestro equipo cuando una pareja gay pasó de la mano por nuestro lado, mientras miraba a Alek tomados de la mano y le sonreían.

—¿Por qué te miraron así? —dijo Aisha.

—Aaagh, son aventureros rango S ; uno de ellos me envió flores una vez, Dijo Alek .

—Jajajajaja.

—Deja de reírte, Aisha.

—¿Y qué hiciste, amor?

—Le dije que si lo volvía a ver le cortaría la cabeza y se la metería… por el culo… digo, la cabeza, su propia cabeza.

—Jajaja, ¡pensaban que eras gay! Dije burlandome.

—Sí, pero no lo soy; si no me crees pregúntale a tu hermana —me dijo Alek.

—¡¿Qué dijiste, desgraciado?!

—Ya basta, Rudy, tú empezaste —me dijo Aisha.

—Ya déjense de discutir estupideces y vamos —dijo Paul.

—Y Ustedes, ¿estará bien?

—Sí, miau. Estaremos aquí, nada pasará; además, está la bestia sagrada, miau, y Aisha y Norn.

—Bien, solo estaremos unos días; después de ello, nos teletransportaremos al círculo cerca de las termas enanas y regresaremos a Millishion.

—Bien, ya vayan; tendremos todo aquí si necesitan salir —nos dijo Lilia, y así empezamos nuestra aventura metiéndonos en un laberinto nivel A.

Alek guio el camino, seguido por papá y Elinalise; Silphy, Roxy y Ghislaine iban en medio, y Eris y yo en retaguardia.

—Lástima que Aisha no vino; quería mostrarle cómo es conquistar un laberinto —dijo Alek.

—Pues llévala a uno de rango C de los que hay en Basherant —le dije.

—Lo haré pronto.

—Esto es emocionante; lástima que el Tragasables no vino —dijo Paul recordando a Tallhand.

—Sí, también hubiese sido genial ver a Zenith aquí —dijo la gata.

—Ella era la maga de curación, ¿cierto? —dije.

—Así es, y el estúpido de Paul trataba de hacer cualquier cosa para impresionar la, dijo Elinalise .

—Sí, como cuando casi lo mata un monstruo por tratar de impresionar a Zenith; to tuve que salvarlo, dijo Ghislaine.

—Oh, ya cállense, tenía a la bestia controlada, dijo papá.

—Sí, claro —dijo Elinalise—; siempre fuiste un imbécil.

—Ya cállate.

—Uuf, ya esperaron —dijo la gata.

—¿Esto siempre es así? —preguntó Silphy.

—Sí, en Lapam se la pasaban discutiendo —le dijo Roxy.

—Esto es genial, Rúdeus . Sabes, siempre soñé que cuando nos casáramos viviríamos de esto: explorar laberintos.

—¡Cuidado! ¡Un monstruo! —dijo Eris cortando por la Mitad una especie de draco verde.

—¿Y qué se supone que buscamos aquí? —dije.

—Artefactos mágicos, gemas, cristales mágicos… ¡de todo, niño! Así es la aventura —me dijo papá.

—Sí, como sea —dije.

—Este laberinto era una antigua mina de los enanos; por eso está bien empedrado, y parece que estamos en un castillo —dijo Alek.

—¿Ya habías venido aquí, cierto?

—Claro, por algo soy el aventurero con el rango más alto del mundo, dijo inflando su pecho .

— Y si lo conquistaste, ¿por qué demonios vuelven los laberintos a regenerarse con bestias y un guardián, además de artefactos mágicos? Pregunté.

— Creí que lo sabías —dijo Alek con superioridad. — Aunque conquistes un laberinto, el mana ambiental no se ve afectado, y atrae bestias, las cuales terminan convirtiéndose en monstruos y, eventualmente, en un guardián. Además, los monstruos tienen crías que, cuando los conquistas, se ocultan y esperan a volver a crecer. Eventualmente, el laberinto escoge otro guardián y empieza a crear una gema en su interior donde concentra mana. Además, las armas, el vestuario y las armaduras de los aventureros que mueren empiezan a absorber ese mana y se vuelven objetos mágicos, como esa espada que ocupa mi suegro; no corta la piel, pero corta el acero como mantequilla.

— Interesante, dije .

— Rudy, cuando eras niño te enseñé eso, ¿ya no lo recuerdas? —me dijo Roxy.

— No es eso, amor, es que como no me imaginé que entraría en laberintos, no le di mucha importancia.

— Ah, sí, ¿y en qué pensabas cuando eras niño? —me dijo Roxy.

— Bueno, ya sabes, quería recorrer el mundo, ir a Ranoa, tal vez… ser profesor y darte todas las noches como un campeón amor.

— ¡No digas eso delante de todos! —me dijo Roxy, dándome en la cabeza con su báculo y muy sonrojada, mientras Paul y Elinalise se iban riendo más adelante.

— Hey, ¿y qué hay de mí? ¿No te imaginaba un Futuro conmigo? —dijo Eris enojada.

— Aún no te conocía en esa época, apenas conocía a Silphy, le dije .

— ¿Y cuándo me conociste, qué pensaste? —me dijo Eris.

— Que eras una chica hermosa.

— ¡No seas mentiroso, Rúdeus! Dijiste que Eris era una maldita loca, ¡y tenías ganas de regresar a la aldea! —me dijo Ghislaine.

— ¿Tú cómo sabes eso? Le pregunté pálido.

— Mi audición ferál, te escuché cuando murmurabas mientras te escondías de Eris.

— ¡Así que eso decías, desgraciado! —dijo Eris, dándome una bofetada.

— ¡Aucht! Fueron solo los primeros días, amor… bueno, semanas… bueno, meses… en realidad, el primer año.

— Ummm, ¿y por qué no te fuiste entonces? Me dijo Eris cruzando se de brazos.

— Muchos factores: necesitaba el dinero, le tenía miedo a tu abuelo, y al final me empezaste a agradar, y cuando me di cuenta, me gustaba estar contigo todo el día —le dije.

— ¿Le tenías miedo a mi abuelo? Era muy bueno conmigo —dijo Eris.

— Eris, tienes la misma personalidad que él; me asustaba cuando empezaba a gritar y a golpear a tu padre .

— ¡Cobarde! Podías haberle pateado el trasero a mi abuelo cuando eras niño.

— Si hubiese hecho eso, Ghislaine me habría matado, le dije .

— No te habría matado, pero sí te hubiera dado una paliza —me dijo la gata sonriendo.

— ¡Vez!

— ¡Cuidado, se acercan enemigos! —dijo de pronto Ghislaine, pero Alek no dejó que hiciéramos nada y se cargó a unas serpientes emplumadas.

— Oye, déjanos hacer algo —le dijo papá.

— Lo siento, suegro, pero ¿vieron cómo las maté? Ni se dieron cuenta, las malditas.

— Deja de fanfarronear, idiota —le dije.

— Oigan, estas cosas sí que están ricas al cocinarlas , deberíamos comerlas —dijo Alek.

— Sí, porque no, ya llevamos mucho tiempo en el laberinto —dijo papá.

Así que asamos esas cosas, y ¡sorpresa!, sabían a pollo.

Luego de eso, seguimos el camino y llegamos al segundo nivel, donde nos topamos con zombis en armadura. Alek, Ghislaine, papá y Eris se volvieron locos matándolos; nosotros solo los mirábamos como unos idiotas.

— Uuuf, esto es aburrido, no he matado a nadie —dijo Silphy.

— Yo tampoco; esos cuatro dementes disfrutan esto —dije.

— Uuuf, siempre fue así con Paul y Ghislaine —dijo Elinalise, que estaba con nosotros.

Mientras mataban a esos zombis en armadura (los cuales eran intermedios en el Dios del Caos), logramos reunir una cantidad considerable de gemas y objetos mágicos.

— Deberíamos volver a dejar esto —dijo Alek.

— Tranquilo, le dejé unos pergaminos a Aisha que desplegó en uno de los carruajes; solo debo enviarlos ahí —dije desplegando un pergamino para enviar el botín.

Cuando llegó el tesoro , Aisha lo guardó en cajas de piedra dentro del carruaje, evitando que otros aventureros lo vieran.

Mientras nuestros héroes al ver que habían llegado rápido al final del Segundo nivel decidieron adentrarse en el tercero…

— Debo admitir que este laberinto es más relajante que el de Lapam —dije.

— ¡Sí! Esa maldita cosa tenía círculos de tele transporte, dijo Roxy .

— Hace unos diez años estuve ahí, pero esas malditas trampas no me dejaron ir más allá del cuarto nivel —dijo Alek.

— Ya lo habíamos dejado casi vacío —le dije.

— Sí, ahí escuché sobre ti —me dijo Alek.

— Aah, sí, ¿y qué escuchaste?

— Pues que habían ganado una gran fortuna, pero quedaron varios lisiados.

— Sí, es cierto; usamos prótesis por años hasta que Orsted nos curó —dije.

Pasamos tres días en el laberinto recolectando muchas gemas y artefactos mágicos. Llegamos al cuarto nivel, donde ya no nos topamos con otros aventureros, y entendimos de inmediato el porqué; estaba repleto de basiliscos.

— ¡Maldita sea! Cierren los ojos; si esas cosas los miran a los ojos, se convertirán en piedra —dije.

— ¿Y qué demonios hacemos? —dijo Eris.

— Tranquilos, yo los mataré con los ojos cerrados —dijo Alek.

— Déjenmelo a mí —dijo Silphy.

— Espera, ¿qué haces? ¿Cómo sabrás dónde están si tienes los ojos cerrados amor ? —le dije.

— Olvidas que soy elfa y ferál, amor; mi audición es buena.

Así que Silphy les lanzó Frost Nova con una gran cantidad de mana y se cargó a todos los basiliscos.

— ¡Vaya, nada mal! —dijo Alek, que pulverizó a los monstruos de un solo golpe en una gran nube de hielo.

— Vaya, no hay cadáveres de aventureros —dije.

— Sí, nadie se aventura hasta acá. Además, los basiliscos, cuando convierten en piedra a una presa, se la comen; se alimentan de la roca —dijo Alek—. Por lo tanto, los compañeros no pueden sacarlos y lanzarles magia de desintoxicación para salvarlos; los prefieren dejar aquí y huir, ya que convertidos en roca pesan demasiado.

— Eso es horrible —dijo Silphy.

— Sí, pero los mataste a todos, y los polluelos no pueden convertirse en piedra aún. Matemos a algunos para comer; saben a pollo —dijo Alek.

— ¿Por qué todos los monstruos saben a pollo? —preguntó Silphy.

— Solo los reptiles, amor —le dijo Roxy.

— Creo que estamos cerca del guardián —dijo Ghislaine oliendo el aire.

— ¿Y qué era La última vez que estuviste aquí fue hace veinte años, Alek?, le preguntó papá .

— Era un lobo de seis cabezas; me demoré diez minutos en matarlo, aunque en esa época tenía a Kajikutu.

— Bueno, no deberían ser un problema. Silphy, Roxy, amor, denos cobertura mágica desde la retaguardia; Elinalise, tú protegerás las mangas de ataque.

— Está bien —dijo la elfa.

— Estamos cerca, está detrás de aquellas grandes puertas —afirmó Alek.

— Bien, ya tenemos la formación. Sé que no lo necesitan, pero por si acaso, tomen un círculo de protección y actívenlo —dije a todos, pasándoles uno.

— ¿Y qué hay de mí? —dijo Alek.

— Eres un cuarto demonio inmortal; te hice papilla en Biheiril y aún así resucitaste; nada te pasará —le dije.

— Sí, buen punto —me dijo Alek.

— Bien, ¡aquí vamos! —dije, abriendo la puerta de una patada.

Cuando entramos, nos topamos con algo horripilante.

— ¡Oh, maldita sea! ¡Una gorgona gigante! No la miren a los ojos; esa cosa convierte en piedra —dije mientras la gorgona nos veía y daba un aterrador grito.

— ¿Qué demonios es eso? Nunca vi una de esas cosas —dijo Alek.

— Es una gorgona; no la mires a los ojos, te convertirá en piedra.

—¡PAUL! —gritó de pronto Ghislaine.

Cuando miré, papá estaba convertido en piedra, y la gorgona iba a toda velocidad hacia él.

— ¡Maldita sea! —dije, corriendo hacia papá mientras miraba a la gorgona con el reflejo del filo de mi espada como lo hacía Perseo en el mito .

— Eso funciona —me dijo Alek, que empezó a hacer lo mismo y trataba de atacarla; sin embargo, el escudo de la gorgona era increíblemente fuerte. Pero eso me dio tiempo de llegar con papá y lanzarle magia de desintoxicación. Me asusté cuando nada funcionaba hasta que le lancé magia santa.

— Aaah, Rudy, ¿qué pasó?

— No mires a esa cosa a los ojos, papá; usa el reflejo en tu espada.

— Maldita sea, ¿cómo se supone que la mataremos si no podemos verla?

— Esa cosa es horrible; parece una serpiente, tiene torso de mujer y su cabello son serpientes, dijo Paul quien la miraba por el reflejo de su espada .

— ¡Ya se , maldita sea! —dije mientras la gorgona nos lanzaba flechas envenenadas que, cuando tocaban la piedra, esta se derretía.

— ¿Qué hacemos? ¿Cómo la matamos? Dijo Roxy.

— Hay que cortarle la cabeza y después hay que quemarla; aún después de muerta, su cabeza te convierte en piedra —dije.

— ¿Cómo rayos sabes de esto, Rúdeus ? —me preguntó Alek.

— Lo leí en un maldito libro.

— Esto es una estupidez —dijo Eris, quien salió y se lanzó contra la gorgona.

—¡No, Eris! —grité, pero Eris le cortó el brazo a la gorgona y el escudo cayó; sin embargo, una serpiente mordió la mano de Eris, y este empezó a ponerse negro, mientras Eris daba tremendos gritos de dolor, mientras el brazo se ponía negro hasta el codo y seguía poniéndose negro. Rápidamente, Ghislaine le cortó el brazo a la altura del hombro.

— ¿Qué hiciste? —dijo Silphy asustada.

— El veneno la habría matado —dijo Ghislaine mientras Silphy le reponía el brazo con un pergamino .

— ¡Está bien, Eris!

— Sí, voy a matar a esa cosa —dijo Eris poniéndose de pie.

— Espera un segundo; no te convertiste en piedra —dije.

— No, no me pasó nada.

— Déjame probar algo, Ghislaine; mírala a los ojos.

Ghislaine, sin siquiera pensarlo, la miró y nada le pasó.

— Ya veo; esa maldita cosa solo afecta a los hombres.

— Eris, Ghislaine, manténla; Silphy y Roxy, denle cobertura. ¡Toma! —dije, pasándole el escudo de la gorgona a Eris.

Mientras, con el filo de nuestras espadas mirábamos cómo Silphy y Roxy la atacaron con magia de hielo, y Ghislaine cortó su cuerpo a la mitad, mientras Eris le cortaba la cabeza.

— ¡Quemen la cabeza, Eris! —le grité, y mi esposo le lanzó un hechizo de fuego avanzado mientras el cuerpo de la gorgona aún se retorcía.

— Uuuf, esa cosa me asustó —dijo Paul.

— ¿Tú cómo sabías de esta cosa, Rudy? —me dijo Roxy.

— Mitología griega, amor; Perseo mató a una de estas en Grecia.

— Ya veo; sí, está en uno de los últimos libros que escribiste , ¿pero, que no se llamaba Medusa? .

— Eeeh, Medusa era el nombre propio de la gorgona que Perseo mató; estas cosas se llaman gorgonas.

— Como sea, este escudo es inmune a ataques mágicos y venenos; será una gran arma —dijo Eris.

— Jaja, eso sí que será valioso —dijo Alek, apuntando tras el cadáver de la gorgona, donde había diez cofres y en medio un hermoso cristal rojo, como los ojos de Silphy; no se deshizo como cuando rescatamos a mamá; era un cristal con alto contenido mágico, no era muy grande pero pesaba mucho, era muy denso .

— Jejej, somos ricos —dijo Alek al abrir los cofres y toparse con cientos de gemas y artefactos mágicos, las cuales enviamos a Aisha.

— Esto fue genial —dijo Eris.

— Sí, no lo fue; casi matan al viejo, y a ti también, Eris.

— Ya relájate, ganamos, me dijo Paul dándome un golpecito en el hombro .

— Sí, como sea, ¿cómo sacamos este cristal? Es muy pesado para llevarlo —dijo Alek.

— Pues con magia de gravedad. Además, traje un pergamino para teletransportarnos a todos; le mandaré un mensaje a Aisha para que despliegue el pergamino en un lugar seguro —dije, sacando mi tablilla de comunicación.

Cuando estaba escribiendo, de pronto la gran puerta se cerró. Cuando miramos ahí, había un tipo con una capucha púrpura.

— Ese cristal es mío; déjenlo ahí y retírense de inmediato, por favor .

— ¿Quién demonios eres tú idiota ? —dijo Eris, sacando su espada.

El tipo se sacó la capucha de su capa y reveló a un elfo de cabello castaño claro, el cual desenfundó una espada. El nos dio una sonrisa de confianza.

— Es él, el elfo oscuro —dijo Alek, sacando su espada.

— Si no se van, lo van a lamentar —dijo el elfo mientras llamas púrpuras salían de su mano y el gran salón donde estábamos empezaba a convertirse en un bosque.

— ¡Oh, mierda! ¡Magia de ilusión! ¡Todos juntos! —ordené mientras esperábamos el ataque del elfo oscuro.