Risa

Grant empezó a reírse—una risa profunda, incontenible, que le sacudía los hombros y resonaba por la habitación, casi haciendo que otras personas giraran la cabeza. No podía evitarlo. El amor de su vida era un caballo. Todas las lágrimas que había derramado, la forma en que su voz se había quebrado cuando había estado sollozando en sus brazos... no, en la oficina—todo había sido por Todd. Y la parte irónica, una voz insidiosa le susurraba en la parte trasera de su mente, era que había estado celoso. Celoso de un caballo. Apartó el pensamiento, decidido a no dejar que arraigara. No, no era sobre eso. Era simplemente la absurda totalidad de la situación.