Cuando estaban enamorados, Tian Xin quería ver las pulseras, así que Lu Yaode las sacó para que las viera.
Inesperadamente, le encantaron en cuanto las vio. Se puso ambas pulseras y hasta llegó a persuadirlo para quedárselas.
Lu Yaode siempre había sido generoso con Tian Xin. Nunca había rechazado nada de lo que ella quería.
Sin embargo, las pulseras eran un asunto diferente. Significaban mucho para Han Qingwan. Si perdía ambas, con la fuerza de Han Qingwan, no pararía hasta poner el mundo patas arriba.
En tales circunstancias, Lu Yaode devolvió una pulsera a Han Qingwan y dejó otra para Tianxin. Por miedo a que Tianxin se enojara, consiguió que alguien hiciera una falsificación para Tian Xin para que pudiera tener un par.
Naturalmente, Tian Xin quedó satisfecha. Incluso trató las pulseras como un regalo muy significativo. No solo eran dos pulseras, sino que también testimonian la elección de Lu Yaode. Él la había elegido a ella.