Veronica le dio unas palmaditas en la espalda a su amiga, pero se estremeció cuando sintió algo de humedad.
Cassandra estaba llorando.
—Ya sabes... a veces, me pregunto si ir a Alterra fue bueno para nosotras —dijo Cassandra—. ¿Creerías que nuestras vidas se sentirían tan... malas sin saber de eso?
Los ojos de Veronica se llenaron de lágrimas y agarró los hombros de su amiga. —No, no lo creo —le dijo—. Al menos tenemos buenos recuerdos a los que aferrarnos, ¿verdad?
Aunque era doloroso, al menos había recuerdos que las hacían sonreír. Era mucho mejor que simplemente pasar por esta vida, día tras día, sin ningún color.
Cassandra suspiró y abrió la boca para responderle a su amiga, pero sus palabras retrocedieron cuando la bilis subió por su garganta.
Ella sacó un recipiente de madera de su espacio mientras Veronica le daba palmaditas en la espalda de manera reconfortante. Afortunadamente, no pasó nada y Cassandra estuvo bien después de unos momentos de arcadas.