Los ojos de Xiong Zi Ying temblaron. Tenía el presentimiento de que si se atrevía a lastimarla, la perdería para siempre. Su relación se terminaría. Este sentimiento era tan intenso que le dolía el pecho.
—Hermano, ¿qué te pasa? ¿Desde cuándo te volviste tan misericordioso? —Xiong Yi Chen preguntó con un distanciamiento gélido.
—Hermano, ¿estás ignorando el dolor en mi pecho ahora? ¿No lo sientes? —Xiong Zi Ying frunció el ceño.
—¿Qué importa? Este dolor no se compara con el que sentimos esa noche —Xiong Yi Chen habló débilmente.
—Además, no la estamos matando ahora. Solo tenemos que darle una lección y hacer que nos teman. No se atreverá a desobedecernos en el futuro —continuó sin ninguna expresión. Para él, ninguna de las personas en el mundo merecía su afecto y compasión.
Poco sabía que algún día se arrepentiría de la decisión de hoy.
Xiong Zi Ying levantó su mano hacia Shenlian Yingyue y Huang Bai Xing.