—No, Xiao Yueyue, no es… —la voz de Tuzi AoFen era débil. Todos en el mundo pequeño lo miraban con intención asesina.
No les tenía miedo, pero sí temía cómo ella lo miraría en el futuro. Era su culpa por ayudar a A'Ying a ocultarle esto.
—Fen Fen, déjame hacerte una pregunta. —Su voz sonaba vacía, como su corazón.
El corazón de Tuzi AoFen temblaba. Como si algo lo estuviera apretando, se sentía doloroso, incluso respirar.
—¿Quién es esta persona que se parece a la maestra?
—Es él—otro él. A'Ying tiene dos almas, y ambas le pertenecían a él. —explicaba temblando.
—Entonces, esta es mi maestra. —Lo dijo débilmente. La persona que despreciaba su expresión estúpida era su maestra, y el que la utilizaba como una herramienta también era su maestra. Lo entendía.
Tuzi AoFen cerró los ojos con dolor. Su espalda estaba solitaria, y sus orejas de conejo caían.