Pronto, Xiao Yun y todos regresaron a Ciudad Demonio, ocultándose en el vacío para evaluar la situación. Tan pronto como avistaron a su amada maestra y a varios hombres de pie ante dos enormes entidades del Reino Demoníaco, casi soltaron un grito de asombro. Contuvieron la respiración, sin atreverse a hablar por miedo a interrumpir su plan.
—¡Por el amor de Dios! ¿Qué son esas cosas? —exclamó Xiao Li, el zorro morado, con los ojos desorbitados de horror mientras miraba a la entidad de hielo de seis brazos junto a la tormenta de nieve y al Infernal Volcánico, que estaba al lado de Shi Ji.
—Son del Reino Demoníaco, quizás invocados por uno de los Reyes Demonio —explicó Xiao Lan con calma. Sin embargo, sus pupilas tensas traicionaban su voz tranquila.
—Hermano Mayor Yun, ¿qué va a hacer la maestra y todos los demás con estas dos entidades? ¿Puede ganarles? —Tian Tian y los otros fruncieron el ceño con preocupación.