—¿Qué tiene de gracioso? —exigió el General Demonio, su voz teñida de incredulidad. Los otros demonios estaban igualmente perplejos, sus rostros congelados en shock. ¿Cómo podían encontrar humor en esta precaria situación?
Incluso el rostro habitualmente impasible de Shi Ji comenzó a mostrar signos de resquebrajamiento al ser contagiado por la risa infecciosa de Xiao Yun y los demás ocultos en el vacío. Su mirada se estrechó, fijándose en la dirección donde estaban escondidos.
Los ojos de Shi Ji se estrecharon mientras miraba a Shenlian Yingyu. —Pareces tan tranquila y despreocupada, ¿qué hay detrás de esa máscara? ¿Estás ocultando algo? ¿O tienes algún... refuerzo? —Vaciló sobre la última palabra, inseguro de si debía revelar su sospecha.