Ella hizo un gesto hacia las sillas con la cabeza. —¿Quieres hacer esto sentados o de pie?
Él miró alrededor con ojos cautelosos.
Escarlata se controló a sí misma, rezando a cada deidad que importaba para que no explotara de ira y tal vez matara a su esposo. Cada vez que él miraba alrededor así durante sus conversaciones, seguía con la excusa de que tenía que ir a cazar algo o que estaba siendo convocado.
—Increíble —murmuró.
—No aquí, deberíamos hablar desde otro lugar —dijo él elevando la voz—. Un lugar sin todos los ojos curiosos y dioses entrometidos que están escuchando.
Aparecieron de la nada, al menos siete dioses que no tenían sentido del pudor. Sombras, fuego, muerte, caos, esperanza, felicidad y amor.
—Solo estábamos de paso —dijo Carnelia con voz aguda.
Era obvio que estaba mintiendo.
—Vinimos realmente de niñeros —añadió Litia a la mentira.