El campo de batalla entero estaba lleno de gente, gente de todo tipo de especies, y el equipo de Sebastián podía ver la marcada diferencia entre su equipo y el equipo que su enemiga había traído consigo.
Lucas miró a su rey, con el ceño fruncido mientras tragaba saliva.
A juzgar solo por la vista general, parecía que el equipo de Azrael era unas 3 veces más numeroso que el de ellos.
Aunque el equipo no consistía únicamente de brujas y había más humanos pícaros y otros humanos que querían luchar contra ellos, aún era un hecho alarmante para ellos.
Aunque no quisiera pensar negativamente y bajar su moral ya de por sí, no podía dejar de ver la realidad justo frente a ellos.
—Señor —susurró Lucas.
Sebastián, que estaba mirando directamente a Azrael y las brujas continentales detrás de ella, giró ligeramente la cabeza para mirar a su subordinado.
Las cadenas sobre sus hombros se movían con cada pequeño movimiento y Lucas suspiró.