Finalmente era el Día-D.
El día que todos temían y por el que trabajaron tanto.
Elliana estaba frente a su esposo, vestida con atuendo de batalla con jeans y top de látex, un chaleco de armadura y una capa negra que era símbolo de ser una bruja oscura junto con un emblema de calavera negra que mostraba que ella también era parte del ejército del Sr. Marino.
Sebastián no estaba mejor.
Por primera vez, estaba frente a todos con su atuendo de batalla, y era nada menos que admirable.
Su capa real con cadenas en los hombros que colgaban junto a su mano era especialmente encantadora porque las espinas en ellas parecían estar listas para abrazar al enemigo y cortarles la garganta.
Aún tenía que ponerse su máscara y miró a su esposa, que estaba justo frente a él, mirándolo con una mirada confiada pero vacilante.
Sin perder un segundo, avanzó, puso su mano en su cabeza y agarró un puñado de su cabello.