¡Bang!
¡Golpe!
Los gritos resonaban en la mansión Shao y Shao Yan, que tarareaba una canción en su habitación, no pudo evitar fruncir el ceño. Dejó de cantar y salió de su habitación, —¿Qué está pasando? —preguntó, pero nadie le respondió ya que no había ni un solo guardia en el corredor.
¿Qué demonios? ¿Dónde se fue todo el mundo?
—Hola, hijos de puta, —gritó Shao Yan con una mano cubriéndose la boca. Sin embargo, nadie le respondió, lo que hizo que el ceño fruncido se acentuara en sus delicadas cejas. Giró sobre sus pies y se dirigió al ascensor donde introdujo el código de acceso.
Solo entonces el aparato comenzó a moverse, pero justo cuando estaba por llegar al séptimo piso, escuchó un ligero golpe.
¿Golpe?
¿Este ascensor iba a caer? Shao Yan estaba bastante preocupado, afortunadamente para él el ascensor funcionó bien y llegó al séptimo piso.