Las pupilas de Deborah se dilataron lentamente mientras su boca se abría. Su atención estaba fija en la espalda de Hera mientras esta última se quitaba lentamente el vestido frente a la bañera. Siempre había sabido que Hera era prácticamente piel y hueso, pero no esperaba que debajo de su ropa habitual, su cuerpo estuviera cubierto de moretones. Apenas había una zona de su cuerpo que no estuviera magullada; era como si Hera hubiera pasado por una iniciación de fraternidad.
—Qué calidez… —Hera susurró encantada mientras sumergía su pie en la tibia bañera. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en su rostro, sosteniendo los bordes mientras levantaba el otro pie. Lentamente, dobló las rodillas hasta que su cuerpo entero quedó cubierto por el calor del agua.