¿Cómo se supone que debe ser el amor?

—¡Ejem! —Leo se aclaró la garganta mientras Dragón se acercaba, ocupando el asiento que Hera había dejado vacío—. Alzó la barbilla, intentando mantener la compostura—. Esto es extraño. Siempre llegas a casa por la tarde.

—Mi esposa se queja de que paso muy poco tiempo con ella. Así que, como buen esposo, quiero apaciguarla —Dragón sonrió, cruzando las piernas—. No quiero ignorar su anhelo y luego sorprenderme si encuentra consuelo en otro lugar.

—¿Crees que ella me gusta?

—No es eso lo que estoy diciendo, Sr. Wu —una risa superficial escapó de Dragón—. Solo digo que podría gustarle de una manera que podría enfurecerme.

—Jah... —Leo pasó la lengua por el interior de su mejilla, quedando sin palabras por su franqueza.

—¿Y? —Dragón levantó una ceja, inclinando la cabeza—. ¿De qué estaban hablando para que pusieras esa cara?

—¿Qué cara?

—Parecías... sorprendido —adivinó Dragón, intrigado—. ¿O me equivoqué?