Tratando de ser madre por una vez

—Repugnante —susurró Hera, limpiándose vigorosamente los labios. Su mirada se detuvo momentáneamente en la puerta antes de registrar la presencia de Deborah.

—Correcto —Se levantó de la cama y corrió hacia la puerta para cerrarla con llave. Cuando el clic de la cerradura llegó a sus oídos, soltó un profundo suspiro. Girando la cabeza, vio a Deborah emergiendo cautelosamente del armario.

—Hera —llamó Deborah en voz baja, aún incrédula por lo que acababa de presenciar.

Sus labios se separaron, pero no salieron palabras. Miró a Hera, reprimiendo la tensión que subía por su garganta. Lo que había visto y cómo Hera manejó la situación le enviaron escalofríos por la espina dorsal. Si Deborah no lo supiera, también la creería. Pensándolo bien, Hera probablemente había sido así con todos.

Ese momento cuando Hera invitó a Deborah a ayudarla a bañarse, ¿fue deliberado? La repentina duda en el corazón de Deborah envió otra ola de incredulidad a través de ella.