Insignia de honor

Mientras tanto...

Deborah exhaló profundamente, forzando sus ojos a abrirse a pesar de la borrosidad que oscurecía su visión y los dolores que recorrían su cuerpo. Alcanzó y agarró algo cercano, su mano sosteniendo un metal frío. Gruñendo, observó su alrededor.

Parpadeando repetidamente, luchó por aclarar su visión borrosa. Gradualmente, la barra de metal a la que se aferraba cobró enfoque. Como si desbloqueara una caja de Pandora, sacudió la barra, el sonido resonando en la habitación oscura y silenciosa.

—No —murmuró, al ver otra jaula cercana. Giró lentamente la cabeza, su mirada temblorosa al ver a Hunter, acurrucado e inconsciente—. ¡Hunter!

Deborah sacudió la barra de metal de su propia jaula apretada, dándose cuenta de que estaba confinada de la misma manera que Hunter, con las rodillas dobladas para caber dentro del pequeño espacio destinado a los animales.

—¡Hunter! —llamó con los dientes apretados, sus movimientos restringidos—. ¡Eh, Hunter, despierta!