—Ugh... —Hunter gruñó de dolor mientras Fig lo ataba en su espalda con su traje blazer—. Mi tendón.
—Te llevaré al hospital más cercano. Así que tienes que soportar el dolor —Fig ajustó las mangas para asegurar al hombre detrás de él—. Simplemente dolía.
—Ahora tú —dijo Fig, parpadeando a la mujer que estaba a un paso de él, vistiendo su camisa, lo que explicaba su torso voluminoso y brillante—. No puedo levantarte ahí. Ya llevo a alguien en mi espalda. A diferencia de él, estás en mucho mejor estado. Así que acércate. Te llevaré.
—Creo que puedo... —Deborah se detuvo al aclarar su garganta—. ¿Puedes llevar a dos personas?
—El camino está despejado, así que no me importa —respondió Fig casi con desgano—. Aun así, tenemos que apurarnos. Dejarte caminar por tu cuenta podría resultar en desastre. Sinceramente, quedarme aquí y explicarte lo obvio ya es una pérdida de tiempo.