Decapítalo

—Casémonos, Frank. Si lo haces, estar contigo será la misión de mi vida. Esa es mi oferta. Si te niegas, entonces mátame aquí y ahora porque no importa cuántas veces borres mis recuerdos o cuánto me lastimes, mi corazón nunca será tuyo.

Silencio siguió tras las palabras de Hera, manteniendo la mirada de Dragón sin mostrar ningún indicio de retroceder. La idea de escapar de él ya había desaparecido de su corazón. Todo en lo que podía pensar ahora era en salvar a Leo.

Lo que le pasaría si ganaba esta apuesta era algo en lo que pensaría más tarde. Por ahora, había dejado de esperar y rezar y esperar a que llegara un milagro. En el fondo de su corazón, la aterrorizaba. Pero al mismo tiempo, revelar la verdad era liberador. Era como si se hubiera liberado de las cadenas del miedo que la habían atado en este lugar desde que despertó en este cuerpo.