¿Qué se necesitaría para que me dejes ir?

Mientras tanto...

—Ugh... —gruñó Hera, sintiéndose un poco mareada por el movimiento brusco en el que se encontraba. Con la cabeza palpitante, se obligó a abrir los ojos. Su visión estaba borrosa, solo se aclaraba después de unos parpadeos cuidadosos.

—¿Eh?

Líneas profundas aparecieron entre sus cejas mientras levantaba la cabeza, solo para ver la parte inferior de la cara de Dragón. Solo entonces Hera se dio cuenta de que él la llevaba en sus brazos después de que ella perdiera repentinamente la conciencia por ese golpe en su espalda.

—¡Tú! —agarró instintivamente el pecho de Dragón, con los ojos muy abiertos—. ¿A dónde me llevas? ¡Déjame ir!

A pesar del dolor en la parte trasera de su cabeza y su cabeza palpitante, Hera lanzó un golpe débil a su pecho. Sin embargo, Dragón no se inmutó. Si acaso, solo sintió que su agarre en torno a ella se apretaba.