—No fui yo quien no soltó. Eres tú quien se aferra a mí... hasta ahora.
El corazón de Hera se hundió lentamente al escuchar esa observación. Sus labios se entreabrieron, mirando a Dragón con vacío. Lo que él dijo era vago y casi confuso. Sin embargo, una gran parte de su corazón entendió lo que eso significaba. Estar en el cuerpo de Hera y tener que lidiar con los recuerdos de la Hera original le dio un entendimiento completo de la dinámica y la relación que ella tenía con su gente.
Si había alguien más que entendía completamente a Hera y a su gente, sería la forastera que fue empujada a este cuerpo.
Desde el exterior, la relación de la Hera original con ellos parecía ser buena. Era buena y genuina. Casi divertida. Sin embargo, si uno miraba más profundamente, su relación era agonizante, miserable y aterradora. Todo por culpa de la misma Hera Cruel.