[Dentro de La Guarida del Dragón]
El sonido de la carne salpicando resonó en una de las habitaciones de la mansión. La sangre continuamente salpicaba al suelo y al rostro de Primo.
—¡Maldita sea, viejo de mierda! —Primo maldijo a través de sus dientes apretados, lanzando otro puñetazo a la ya desfigurada cara del hombre mayor—. ¿Cómo te atreves a hablar de mi familia tan a la ligera? ¡Te voy a matar!
Sentado encima del cuerpo inmóvil del hombre mayor, Primo lanzaba puñetazos continuos a su rostro. Sus nudillos ya estaban recubiertos de espesa sangre fresca mientras la cabeza del anciano comenzaba a destrozarse. Sin embargo, Primo no mostraba ningún signo de detenerse. Era como si no fuera a parar ni siquiera si pulverizara el cráneo del anciano.
—¡Te haré lamentar haberte enfrentado a mí y siquiera mencionar sus nombres! —rugía mientras más y más sangre salpicaba en su rostro—. ¿Quieres recordar a tu viejo amigo, verdad? ¡Entonces reúnete con él en el infierno!