¿Escapó... o no?

—Nuestro jefe me dijo que revisara cómo estaban los niños. Estoy enviando a algunas personas para recogerlos —órdenes del Señor Dominic.

Después de escuchar la breve llamada telefónica de Dane, Alfred no pudo evitar lanzarle una mirada de reojo. —¿Crees que eso funcionaría? —preguntó por pura curiosidad—. Si Dominic Zhu está aquí, estoy seguro de que ya le contó a su gente sobre tu traición.

—Así es —Dane puso el teléfono, su expresión oscura y solemne—. Conociéndolo, seguramente habría dado un aviso sobre mí.

—Entonces, ¿por qué hiciste eso?

—Por eso a veces me resulta irritante asociarme contigo, Alfred —Dane hizo un clic con la lengua—. Eres fuerte, pero a veces, lento.

Alfred frunció el ceño pero no se sorprendió por los comentarios de Dane. Después de todo, no era un secreto en su grupo. E incluso cuando conoció a Dane, este último le dijo directamente la razón por la que lo reclutaba. Era su fuerza y valentía, a pesar de su falta de inteligencia.