—¡Eh! —Primo abrió fuego contra el sedán donde Dragón se subió corriendo—. ¡Maldición!
Apretó los dientes, aumentando su ritmo para alcanzarlo. Tras la pelea con el hombre mayor — el secuaz de Dimitri — encontró más enemigos en el camino. Con toda la adrenalina corriendo por las terminaciones de sus nervios y la moral alta tras su victoria contra ese viejo engreído, a Primo no le resultó muy difícil enfrentar a algunos enemigos.
Pero ahora, esto era un problema.
—¡Mierda! —Primo maldijo una vez más, disparando a las llantas del sedán—. Sin embargo, cuando falló, un estruendo de repente resonó en su oído—. ¡Ay!
Se volteó, solo para ver a otro de sus enemigos apuntándole. Chasqueó la lengua, sosteniendo su omóplato con irritación.
—¿Eres estúpido?! —gritó Primo y cambió su objetivo hacia su enemigo—. ¡Estoy discapacitado! Esto es artificial — no es real, ¡idiota estúpido!