—Serás el siguiente.
Romnick sostuvo su respiración involuntariamente en cuanto leyó lo que Cielo articuló. Por primera vez, sintió miedo y pánico arremolinándose en su pecho. Incluso su trago resonó en su oído, desviando la mirada y fijando su atención en el parabrisas.
—Conduce —murmuró solemnemente—. Tan rápido como puedas. No dejes que ella nos alcance o... ambos vamos a morir.
El conductor, que había estado gritando desde antes, no pudo evitar darle a Romnick una rápida mirada. Aunque había estado en pánico, le sorprendió escuchar a Romnick decir algo así. Sin embargo, no tuvo mucho tiempo para preguntarse o entretenerse con esa sorpresa.
Ambos sabían que la mujer era una locura.
El conductor apretó los dientes, silbando mientras reenfocaba su atención en la carretera. Echando una mirada al espejo retrovisor, el conductor exhaló bruscamente al estimar la distancia entre ellos y el coche de escolta detrás de ellos.