Dos abajo, uno más por ir.

—Esto es... nunca pensé que sería tan aterrador —Hera casi se ahogaba con sus propias palabras mientras mantenía sus ojos fijos en Cielo. Cielo era realmente diferente, casi admirable, pero mayormente aterradora. No era que no lo supiera, considerando que casi pierde la razón cuando vio por primera vez los recuerdos de la Hera original.

Esos recuerdos eran inquietantes. Quizá la única razón por la que la nueva Hera podía vivir a través de todos esos recuerdos era debido a la perspectiva de esos recuerdos. Desde la perspectiva de la Hera original, esos recuerdos no eran tan inquietantes ni tan aterradores.

Pero ahora que la nueva Hera estaba observando a Cielo, no podía describir exactamente qué sentía.

Mientras tanto, Dragón miró a Hera. Escuchó una parte de lo que ella dijo. Aun así, él no tenía tiempo de procesar o analizar las cosas. Desvió la mirada hacia el asiento del conductor, y luego al parabrisas.