La herramienta más grande de Hera

—¡Maldita sea! —Dragón y Hera se zarandearon de lado a lado por el impacto de los coches que los habían atrapado entre ellos. Se sujetaban de cualquier cosa, y Dragón lanzaba miradas asesinas a su lado cuando conseguían algo de estabilidad. Fig seguía conduciendo con la vista al frente. Mirando al otro lado, Cielo también conducía en reversa, protegiéndose de los refuerzos que él tenía.

—Ese monstruo —maldijo entre dientes, descargando su ira en el volante. Cuando se calmó, jadeaba y sostenía el volante—. ¿Qué hacer?

Dragón se tranquilizaba mentalmente mientras pensaba qué hacer. No podía controlar el vehículo y conducirlo. Las ventanas y puertas no se abrirían. Lo que sea que Joker y su mente genial hicieron para tomar el control de este coche era realmente irritante.

—No puedo quedarme así —se dijo a sí mismo echando un vistazo alrededor del conductor y del asiento delantero—. Los compartimientos están vacíos y ella tiró mi rifle. No dejó nada útil atrás. ¡Maldita sea!