Mientras tanto, en la Residencia Vieja de Zhu...
Sebastián observaba a sus abuelos jugar con Milagro mientras él estaba sentado en el sofá. Desde que Cielo lo dejó en la casa de sus abuelos, esta había sido una escena a la que se había acostumbrado. No es que se sintiera celoso de la atención de sus abuelos hacia Milagro. Para ser justos, prefería que no lo molestaran mucho. Tenía más tiempo para disfrutar de su tiempo de lectura.
Pero de alguna manera, de algún modo, había un sentimiento que no podía ignorar.
Después de ver a sus abuelos jugar con Milagro, Sebastián saltó del sofá con un libro en la mano.
—Basti, ¿a dónde vas? —Justo cuando dio unos pasos, Ria habló de manera calmada.
Sebastián miró atrás, solo para ver a sus abuelos mirándolo curiosamente. —Iré al jardín a leer mi libro.
—¿Estamos siendo ruidosos?
—No. —Sebastián sacudió la cabeza—. Solo quiero estar allí.
—¿Es así?