—¿Acabas de decir... un dragón de escamas negras? ¿Como yo? —preguntó Xenon, su tono apenas superaba un susurro, había un evidente matiz de duda y un atisbo de precaución lo acompañaba.
¿Hasta qué punto podrían ser capaces de decir la verdad estas fuerzas oscuras? Xenon se lo preguntaba, no era un pensamiento que pudiera ignorar.
Aunque impulsivo, Xenon sabía que era momento de precaución. La había ejercido lo mejor que pudo, negándose a reconocer las voces hasta ahora y esto era porque sabía que no había lugar en la fortaleza más peligroso que esta torre que actualmente ocupaba.
Y no era la torre en sí lo que era peligroso, sino las artes oscuras que había representado durante mucho tiempo y la amenaza que tales artes representaban no solo en combate, sino también en la mente de sus víctimas.