—Imagor quiere que vayamos tras él —Neveah adivinó—. Traerlo de vuelta... traerlos a ambos de vuelta.
—Ahora es territorio enemigo y Menarx es de la Guardia del Rey. Las posibilidades son... —Dante empezó a decir, pero Neveah lo interrumpió.
—No le resultará tan fácil salir como entrar. Sé cuáles son las posibilidades —Neveah murmuró, aspirando una bocanada de aire afilado. Exhaló lentamente, en un intento fútil por calmar la agitación de su lobo.
—Deberíamos haberla matado cuando nos pidió entregar a Menarx a su hermana —su lobo siseó.
—Keila no era... no podríamos haber sabido que traicionaría a la corte del dragón —Neveah razonó—. Ella solo estaba ayudando a su hermana moribunda, no matamos sin una buena razón.
—¡Deberíamos haberlos matado a ambos por seguridad futura! —su lobo siseó, una salvajismo familiar mezclado en su tono—. ¡Ella hará que maten a Menarx y nos arrastrarán a nosotros también! ¡No los dejaré pasar dos veces!