Mi Hija No Es Una Bruja

Al día siguiente, se emitió un decreto real por parte del Rey de Abetha que causó revuelo dentro de la corte real. En este decreto, para abordar la extraña sequía en los campos de cultivo, el reino entero realizaría una ceremonia de adoración para complacer a la Diosa de la Cosecha, la Deidad de la Tierra, y la Tercera Princesa de Abetha estaría a cargo del paso final de la misma.

Como era de esperarse, los ministros y funcionarios se opusieron a la decisión del Rey.

—¡Su Majestad, por favor emita un nuevo decreto! —exclamaron.

—¡Su Majestad, le rogamos que lo reconsidere! ¿Por qué involucraría a una forastera, una gobernante de otra nación, en los asuntos de Abetha? ¡Ella es la Reina de Megaris! ¡Los otros reinos nos despreciarán! —protestaron.

—Entendemos y alabamos su decisión de realizar un ritual para elevar el ánimo de sus súbditos, pero una vez que este decreto se haga conocido, la gente no estará contenta con esta situación —argumentaron.