En los días siguientes, la tierra de Abetha comenzó a prosperar como antes mientras Seren seguía visitando diferentes partes del terreno, utilizando su poder para hacer florecer la tierra muerta, agotando su cuerpo humano al usar un poder divino. Ella no lo hacía por el bien de la gente de Abetha sino por la tierra, ya que su corazón sufría por ella como si fuese ella quien debiera sufrir y pudiera sentir el dolor de esa tierra.
El reino entero comenzó a alabar a la tercera princesa y se dio cuenta de que lo que pensaban de ella antes estaba todo equivocado. Habían cometido un error al maltratarla y, como resultado, ella se había ido al otro reino, la princesa que ahora les parecía una diosa.
Una vez que terminó su trabajo de sanar la tierra, tenían que partir hacia Othinia en los próximos días.