Al romper el alba, Drayce despertó, solo para encontrar que las dos mujeres seguían en un profundo sueño. Una ligera sonrisa se dibujó en sus labios al ver cómo Seren dormía como un niño con la mano envuelta alrededor de Evanthe, quien dormía recta, mirando al techo.
Su esposa disfrutaba claramente del calor del amor materno, algo que había extrañado toda su vida. Sin querer molestarlas, Drayce se deslizó silenciosamente para preparar todo antes de que despertaran.
Después de un rato, Evanthe se movió en su sueño y se sentó en la cama. Se dio cuenta de que ya era de mañana y apenas podía creer que había dormido tanto tiempo. Sintiendo el movimiento, Seren también se despertó. Se frotó los ojos y se sentó en la cama.
—¿Ya es de mañana? —se preguntó.
—Sí, incluso yo estoy sorprendida de encontrarme durmiendo después del amanecer después de tantos años —Evanthe se volvió hacia Seren—. Parece que es todo por ti. Dormir a tu lado fue realmente reconfortante.