Jugando

El aire estaba espeso de tensión mientras la multitud de personas permanecía en silencio. Los únicos sonidos que se podían escuchar eran el suave roce de la ropa y el ocasional arrastre de pies.

Algunos parecían ansiosos, con sus ojos moviéndose de un lado a otro mientras esperaban lo desconocido. Otros se mantenían con expresiones estoicas, sus rostros no revelaban nada. Y otros tenían lágrimas en los ojos, la gravedad de la situación pesando mucho sobre ellos.

Los últimos eran aquellos con una fuerza similar al hombre que Mira había aniquilado.

Nadie hablaba. El silencio era pesado, casi asfixiante, como si presionara sobre la multitud, dificultando la respiración.

Algunas de las personas más justas querían hablar, pero sus palabras se atragantaban en sus bocas. ¡Después de todo, no querían ser la próxima persona en morir!

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