Sendero y Pacto

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La Secta Doncella de Batalla estaba tranquila por la mañana. Dominique despertó y se encontró en una habitación familiar, el aroma de los muebles de madera vieja y las fragancias persistentes de hierbas creaban un ambiente cómodo y acogedor.

Mira estaba sentada con las piernas cruzadas en el suelo, observando el amanecer, sus ojos carmesíes reflejando la primera luz del día. Hana estaba acurrucada en una esquina de la cama, sus suaves ronquidos proporcionaban un ritmo al ambiente pacífico.

Dominique se frotó el sueño de los ojos mientras la voz de Mira resonaba suavemente en la habitación:

—¿Quieres volverte más fuerte, Dominique?

No esperaba una pregunta como esa justo después de despertar, pero ¿realmente necesitaba pensar en la respuesta?

—¡Por supuesto, Madre! ¡Ese ha sido mi objetivo desde el principio! —Dominique respondió sin un momento de vacilación, su voz firme y resuelta.

—¿Y si eso significara atravesar el infierno?