—¡Dispersaos! ¡No os dejéis golpear por ello! —La voz de Mira salió como un ladrido severo, rebotando en el terreno montañoso mientras ella se levantaba, sacudiéndose el polvo. Aterrizó bastante lejos pero se apresuraba de regreso hacia sus camaradas.
Al no llegar lo suficientemente rápido, un par de Alas de Parangón se manifestaron sobre su espalda y se disparó hacia adelante como un misil.
Los demás escucharon su voz y obedecieron, separándose inmediatamente unos de otros. Aunque eso los pondría en desventaja individualmente, estaban seguros de que Mira tenía un plan.
—¿Cuál es el plan? —La voz de Asami era baja, con los ojos puestos en la bestia mientras esta azotaba su cola, enviando fragmentos de rocas hacia ellos.
Sus abanicos aleteaban, proyectando sombras para obstruir los proyectiles entrantes, su oscuro Qi los mantenía a raya. Pero era evidente que no podría sostenerlo por mucho tiempo. El poder de la bestia era abrumador.