La visión de Mira era un vacío de absoluta negrura. La opresiva oscuridad a su alrededor parecía como si la hubiera absorbido, haciendo que cada paso se sintiera como avanzar a través de una densa melaza.
Cada paso que daba se sentía como si durara una eternidad. Era tal punto que Mira ni siquiera sabía si se estaba moviendo. Seguía utilizando su Sentido del Alma para encontrar el camino, pero incluso eso era borroso en el mejor de los casos.
«Casi se siente como si hubiera muerto y estuviera atrapada en esa linterna, esperando reencarnar otra vez», pensó Mira, sintiendo un escalofrío recorrer su espina dorsal. Pasó su conciencia a través de su alma solo para asegurarse de que no hubiera muerto esporádicamente.
Afortunadamente, todo seguía ahí, probando que aún no había muerto.