El repentino rayo de luz fue tan llamativo contra la negrura omnipresente que Mira tuvo que protegerse los ojos. No era cálido, pero era vibrante y contrastaba fuertemente con la opresiva oscuridad que la rodeaba.
Al principio, aparecía solo como un minúsculo punto a lo lejos. A medida que Mira se concentraba en él, el puntito de iluminación parecía hacerse más grande, o quizás ella se sentía atraída hacia él.
A su alrededor, las voces se intensificaban, clamando desesperadamente por su atención.
—¡No vayas hacia ello!
—¡Es una trampa!
—¡Lo lamentarás!
Pero Mira, que se ahogaba en sus propios pensamientos y dudas hace apenas unos momentos, sintió un vigor renovado. El rayo de luz, ya fuera real o fruto de su imaginación, representaba algo que necesitaba desesperadamente: Esperanza y seguridad.
Su viaje, lleno de espinas, en su mayoría no elegidas por ella, constantemente ponía a prueba su determinación.