Sigue horneando

Cuando terminó el beso, Long Jinjing quedó aturdida y sin aliento. Su coeficiente intelectual volvió a caer al nivel de una ameba. Tenía que depender de Lu Zihao para que la guiara al caminar o tropezaría con sus propios pies.

Jin Chonglin hizo un gesto de desdén a Lu Zihao. —Bah. ¡Qué gran farsante! Parecías como si no te interesara en absoluto atrapar la liga, pero al final igual saliste corriendo tras ella.

Lu Zihao le lanzó una mirada de reojo. —Ni loco permitiré que otro hombre le suba la liga por la pierna a mi mujer. No tienes una mujer, así que no entenderás.

—¿Quién dice que no tengo una mujer?!

Lu Zihao lo ignoró y se llevó a Long Jinjing.

Yu Mo le puso el brazo alrededor de los hombros a Jin Chonglin. —Bueno, ¿tienes una mujer con la que estés de manera estable ahora mismo?

—… —Jin Chonglin no se atrevió a responder.