—Sí, lo decidí porque eres tú —dijo firmemente Chen Rui—. Su expresión no mostraba arrepentimiento ni simpatía, solo confianza. —No porque ayudaste a Su Majestad en el hospital. No porque me apiade de tu pasado. Pero sí, porque eres tú en quien puedo tener mi confianza.
Li Xue no entendió. Solo se quedó mirando a la mujer, esperando que ella explicara. Chen Rui sonrió antes de apoyarse más adecuadamente en el escritorio.
—Querida, no me mires así. Mi intención es suficientemente clara para que la comprendas. Te elegí para este proyecto porque creía que podías hacerlo. Por favor, no me malinterpretes, pero no soy una mujer que mezcla mi profesionalismo con mis emociones. Aunque realmente me agradas como si fueras mía, aún así no arriesgaría la cultura de nuestro país si no fueras capaz de manejarla. Conseguiste la oferta únicamente porque la merecías.
La Reina dijo en un tono resuelto que advirtió no poner en duda sus palabras y decisiones.