Tu sangre.

La expresión de Qi Shuai se congeló en el momento en que escuchó a Shufen decir esas palabras. Su rostro se volvió indescifrable mientras que sus ojos se oscurecían.

Como si ya esperara tal reacción, Feng Shufen no mostró mucha sorpresa. Esperó para dejar que su amigo asimilase bien las cosas.

—¿Crees que él está detrás de ese suero paralizante? —después de mucho tiempo, preguntó Qi Shuai. Su tono sonaba más oscuro que la noche más oscura del cielo.

No se sentían emociones o sentimientos en sus palabras. De no saberlo, la gente incluso dudaría si todavía estaba hablando de su padre o de algún extraño con quien no tuviera ningún lazo.

—Él estuvo fuera del país y solo regresó por la mañana. No podemos estar seguros de las cosas —respondió Feng Shufen sin moderar mucho sus palabras. Conociendo a Qi Shuai desde los primeros días, ya sabe qué tipo de relación comparte con su familia y, por encima de eso, sabía bien cuán cruel puede ser su llamada familia con él.