—Pequeña Fen, parece que cada vez se te da mejor hacer esperar a la gente. Mira cuán enfadado pusiste a nuestro Tío Tercero. Incluso pensó en traer al pequeño Bao aquí para darle a nuestro padre un ejemplo para disciplinarte.
Cuando todo el mundo en la habitación fue silenciado por la aparición de Feng Shufen, solo Feng Yi Ran se atrevió a decir sus palabras con una sonrisa glorificadora perfecta. Sus ojos que habían estado mirando hacia abajo todo el tiempo, ahora miraban desafiante hacia arriba para mirar primero a Feng Shufen y luego hacía el anciano que antes se había atrevido a cavar su propia tumba.
—En lugar de enseñar disciplina, es hora de que el Tío Tercero haga que Baozhang se concentre en los negocios, de lo contrario, tarde o temprano, será difícil para Internacionales Feng ocuparse de sus continuas pérdidas —dijo con una cara impasible y fría, que de inmediato hizo desinflar las expresiones de arrogancia del hombre.