En una lujosa mansión diseñada como palacio, allí se sentaban personas formando sus propios grupos y círculos, susurrando y discutiendo sus palabras y pensamientos entre ellos. Aunque ya estaba oscureciendo afuera, a ninguno le importaba el tiempo. Como si para ellos, en ese momento, más que su sueño, algo que importaba era observar el problema que les había llegado.
Al frente, ajeno a todos, estaba Feng Yu Hao, sentado con su habitual expresión firme y seria. Aunque estaba sentado en medio de todos, nadie se atrevía a acercarse a hablarle. Quizá era ese el poder que el patriarca de la familia ostentaba, sin ninguna prueba firme y segura ninguna queja podía presentársele simplemente.
—¿Dónde está Shufen? ¿Por qué todavía no está aquí? —preguntó Feng Yu Hao, inclinando ligeramente la cabeza hacia su asistente. Sus oídos, casi cansados de escuchar las continuas especulaciones de los demás.